Reactivan la Asociación de Periodistas del Estado de Guerrero

Publicado: 04.07.2017


La Tercera es la vencida

Nunca como ahora la libertad de expresión había estado en peligro, ni los periodistas se habían visto tan amenazados.

En estos días, los periodistas trabajamos literalmente bajo fuego. Gobernantes, servidores públicos, grupos criminales y hasta sindicalistas pareciera que nos tienen bajo la mira.

En tiempos de tentación autoritaria y de pérdida de fe en las instituciones –decía el periodista Tomás Eloy Martínez–, el periodismo suele ser el último refugio de los sensatos.

El encuentro de hoy con ustedes, es precisamente un acto de sensatez. Es para hacer un llamado a todos los sectores al buen juicio, al respeto, a la prudencia y a la madurez en sus actos y decisiones para con sus medios de comunicación, pero sobre todo, con sus periodistas.

Un recuento del 13 de mayo al 27 de junio nos revela 15 agresiones contra periodistas y medios, en las que 21 compañeros se vieron agraviados.

Citamos algunos casos:

El 13 de mayo Sergio Ocampo, Jorge Martínez, Ángel Galeana, Alejandro Ortiz, Jair Cabrera, Hans Máximo y Pablo Pérez, fueron privados de su libertad en Acapetlahuaya, por 100 hombres armados que les robaron su equipo de trabajo, pertenencias personales, dinero en efectivo y una camioneta en la que se transportaban los periodistas.

El 19 de mayo, los reporteros de Zihuatanejo Noé Aguirre, Ruth Tamayo, Jaime Ojendiz y Hercilia Castro, sufrieron hostigamiento verbal por parte del presidente municipal Gustavo García.

El 26 de mayo, el reportero, también de Zihuatanejo, Marco Antonio Villegas sufrió obstrucción en su cobertura informativa por el director del Hospital Regional de Atoyac, Juventino Rodríguez.

El 1 de junio, la reportera Brenda Escobar sufrió hostigamiento y amenazas por particulares frente a policías estatales que no hicieron nada por impedirlo.

El 2 de junio la reportera de Chilpancingo María Avilés sufrió obstrucción de su cobertura informativa y amenazas por una auxiliar de la secretaria de la Mujer, quien fue complaciente con su subalterna.

El 3 de junio, la conductora de RTG, Marcela de Jesús Natalia, fue atacada a balazos en Ometepec cuando salía de su turno laboral. La compañera se restablece todavía.

El 6 de junio, el reportero Leonardo Martínez fue encañonado por policías estatales en Zihuatanejo. Los agentes exigían al compañero que borrara o les entregara imágenes que había tomado en un enfrentamiento.

El 9 de junio, la reportera Hercilia Castro sufrió obstrucción de su cobertura informativa por elementos de la Policía Estatal.

El 11 de junio, el reportero Ezequiel Flores denunció que persiste la vigilancia y persecución en su contra por parte de desconocidos armados que lo vigilan afuera de su domicilio.

El 17 de mayo, directivos del Diario Alternativo, de Marquelia, denunciaron que siguen las amenazas, persecución y hostigamiento en contra de integrantes del colectivo, a pesar de las medidas cautelares con las que cuentan.

El 27 de mayo, sindicalistas del ISSSTE impidieron realizar su labor al reportero Héctor Briseño. Después, «justificaron» su acción en el aspecto «sudoroso» del compañero y a través de las redes sociales emprendieron una campaña de linchamiento y amenazas de muerte en su contra.

Ese mismo día, el reportero de Pungarabato, Agustín Hernández, fue amenazado de muerte a través de las redes sociales por Cuauhtémoc Salgado Jr, hijo del diputado local priista Cuauhtémoc Salgado Romero. «Pronto te va tocar como le tocó a Cecilio por hocicones y ser periodistas», le advirtió.

A la lista de agravios sumamos los dos periodistas asesinados en los dos años de la administración de Héctor Astudillo: Francisco Pacheco, de Taxco, en abril del 2016, y Cecilio Pineda, de Ciudad Altamirano, en marzo pasado.

El común denominador en todos los casos ha sido la impunidad, la protección y la complicidad de las autoridades con los agresores.

Frente a estos hechos, los periodistas no pedimos mecanismos ni medidas de protección; simplemente el cese de la impunidad y castigo a los culpables, para evitar que los agravios se repitan. En una palabra, que las autoridades cumplan con su responsabilidad de garantizar seguridad a toda la sociedad agraviada por la violencia. En esa medida, los periodistas ejerceremos de manera plena nuestra labor.

Emplazamos al gobernador Héctor Astudillo Flores, responsable de lo que pasa en Guerrero, y a los otros dos poderes, a que se pronuncien y hagan un llamado a los actores políticos y sociales a propiciar un ambiente de respeto hacia los trabajadores de los medios de comunicación.

A los organismos civiles y sociales, pedimos que estén atentos y les solicitamos su respaldo ante estos intentos por inhibir y socavar la labor de los periodistas, pero también recomendamos que sean más exigentes con sus comunicadores para que cumplan con su función que debe ser al servicio de la sociedad.

Como puede verse, el panorama luce bastante sombrío para el ejercicio periodístico, tanto como para el resto de la sociedad; se fue complicando sin que estuviéramos preparados para hacerle frente. Hace unos años, aquí en Guerrero, hubo algunas agresiones contra ciertos comunicadores, pero no era frecuente que se atentara contra los reporteros que recorren día a día las calles y los espacios donde se genera la información de interés público. Ahora, todos los ataques, cada vez más frecuentes y en mayor número, están dirigidos contra esos reporteros que tratan de iluminar las zonas oscuras que los grupos de poder no quieren que se descubran, los que con su trabajo tratan, en un gesto de idealismo, de transformar la realidad con sus denuncias, con sus investigaciones.

Pero la tarea informativa no puede detenerse porque la situación se ha tornado difícil; al contrario en momentos como los que estamos viviendo es cuando más se necesita el periodismo verdadero, como con mucho tino lo dijo Tomás Eloy. Es por esto que los integrantes de la APEG decidimos reactivar la Organización, porque no pensamos ir a escondernos abajo de la cama; sabemos la importancia de hacer efectivo el derecho a la información de toda la sociedad, y estamos dispuestos a asumir el reto de continuar con nuestra labor. El periodismo no parte de elegir un trabajo agradable, con reconocimiento social y bien remunerado, sino que es un compromiso con el bien común, con las causas justas de la sociedad. En otras palabras, es un compromiso que se asume desde lo más profundo de la conciencia social; y alguien tiene que hacerlo, porque sin periodismo no existe el estado de derecho ni la democracia.

Como dice José Ignacio López Vigil: «No caben mirones cuando está en juego la vida de la mayoría de nuestros congéneres, incluida la del único planeta donde podemos vivirla».

«Ni el arte por el arte, ni la información por la información. Buscamos informar para inconformar, para sacudir las comodidades de aquéllos a quienes les sobra, y para remover la pasividad de aquéllos a quienes les falta. Las noticias, bien trabajadas, aun sin opinión explícita, sensibilizan sobre estos graves problemas y mueven voluntades para resolverlos», dice también este catedrático y radiodifusor cubano.

Y para hacer frente a este reto enorme, la APEG también asume el compromiso de capacitarse e impulsar la capacitación para todo aquel periodista que conciba el periodismo desde los tres pilares de la ética periodística: independencia, apego a la verdad y compromiso social; en la medida en que seamos más incisivos, más preparados, entenderemos cuál es nuestro papel dentro del Sistema, y lograremos establecer un vínculo con la sociedad, a la cual debemos acercarnos más.

Pero también queremos dejar claro que el no dejar pasar ni una agresión más, nos compromete con nuestra información, a construir un muro paralelo contra la impunidad. Entre más nos comprometamos con nuestro periodismo, profundicemos, gastemos suela; reportemos nuestros propios problemas como periodistas, se abrirá una nueva brecha.

Esta es la tercera vez que activamos la APEG, y podemos asegurar, como dice el conocido refrán, la tercera es la vencida.