Por: Ximena NateraPublicado: 26.02.2015
El zumbido del tren
Por 20 años doña Leo Vázquez y su hija Norma Romero han encabezado un pequeño grupo de mujeres que todos los día alimentan a los migrates centroamericanos que pasan encaramados sobre el tren de carga por su comunidad, Las patronas en Córdoba, Veracruz.
“Lo que hacen estas mujeres: quitarse la comida de la boca para dárselo a los demás, contradice la teoría de que la comida es mercancía y no un derecho humano” dijo el Obispo Raúl Vera durante su sermón en la misa para celebrar las dos décadas de trabajo humanitario.
A la fiesta, el pasado 14 y 15 de febrero, asistieron el padre Solalinde, a cargo del albergue Los Hermanos en el Camino de Oaxaca, fray Tomás González, de la 72 en Tabasco; el padre Prisiliano Peraza de Altar, Sonora; la hermana Leticia Valderrama del refugio CAFEMIN; el padre Pedro Pantoja de Posada del Migrante en Saltillo y Martha Sánchez, coordinadora del Movimiento Migrante Mesoamericano.
Su trabajo, al igual que el de Las Patronas, representa un oasis de seguridad para los miles de migrantes que buscan cruzar el país por una ruta marcada por la violencia y la indiferencia de los gobierno en turno. “El proteger a los migrantes es una responsabilidad que la iglesia y la sociedad civil ha tomado en sus manos por la necesidad urgente de actuar” dice en entrevista el Padre Solalinde.
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La vibración de la enorme bestia sobre las vías alerta a las mujeres mucho antes de que el tren aparezaca a la vista en el horizonte. Rápidas y coordinadas cargan con cajas llenas de bolsas con raciones de comida: Arroz, tortillas, un bollo con frijoles y pan dulce. La vía está a no más de 200 metros de su casa. Ahí, con la experiencia que les ha dado 20 años de práctica, esperan a que el tren se aproxime, listas para arrojar las botellas con agua y las proviciones.
El tren se acerca y pasa, vacío.
“Cada vez es más común” dice una mujer con tres bolsas de comida en la mano mientras camina hacia a la casa. “Antes hacíamos hasta 20 kilos de arroz y 20 de frijoles, ahora hacemos tres” y regresan con las manos llenas.
Este nuevo fenómeno no ha pasado desapercibido y es algo en lo que todos los defensores y activistas concuerdan: el flujo migratorio se está transfrmando.
En el albergue Hermanos en el Camino, dirigido por Alejandro Solalinde, el cambio ha sido drástico. A partir del Plan Frontera Sur (PFS) , un programa del gobierno méxicano instaurado el pasado octubre, ha aumentado la vigilancia en la frontera e imposibilita a los migrantes a subir al tren, aumentando su velocidad. “Funciona como un muro de contención, está provocando que no veamos la migración, los alejan de la ayuda y los obliga a buscar nuevas formas más peligrosas de avanzar. Pero no van a dejar de avanzar” dice Solalinde.
Para Solalinde, el programa funciona como un muro aparatoso y mediatico que no busca solución integral al problema, Martha Sanchez, coordinadora del Movimiento Migrante Mesoamericano, está de acuerdo:
“Pareciera que los números bajan, pero no. Miles siguen llegando a la frontera norte, pero no los vemos pasar(…) viejas y peligrosas rutas, por las que peleamos años para eliminar se están reactivando.”
El drástico cambio provocado por el PFS en sus siete meses de funcionamiento ha obligado que los activistas y defensores busquen nuevas formas de ayudar. Para el albergue de Solalinde en Oaxaca, los cambios los llevaron a abrir un comedor temporal en Chahuites, una comunidad a medio camino entre Chiapas y Oaxaca, donde han detectado un brote de secuestros y ataques a migrantes que ante la prohibición del tren, optan por caminar los 200 km desde Arriaga en Chiapas hasta en albergue en Ixtepec Oaxaca.
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Para cerrar la celebración, diversas organizaciones se unieron a exponer y debatir los cambios y retos que acompañan a la migración centroamericana actual, además del papel en la defensa de derechos humanos de la sociedad civil.
Daniela Pastrana, miembro de Periodistas de a pie aprovechó para hablar sobre el proyecto En el Camino, una plataforma periodística destinada a la creación y difución de contenidos sobre migración centroamericana y el periódico mensual En el Camino que se reparte en distintos albergues en el país.
“Lo que intentamos con este proyecto es regresar… agradecer, de alguna manera a todos aquellos migrantes que nos dan tanto. Con sus nombres e historias llenamos nuestros trabajos y los beneficios que ellos reciben por su generocidad es casi nula.”
Por su parte, Javier Urbano, director del programa de Asuntos Migratorios de la Universidad Iberoamericana aprovechó la celebración para anunciar la postulación oficial de la mujeres al Premio Princesa de Asturias en la categoría de Concordia 2015, por su incansable labor humanitaria.
Las patronas, conformadas por 14 mujeres y decenas de voluntarios que han contribuido a su labor en los últimos años, sido reconocidas por diferentes organos nacionales e internacionales como el Premio Nacional de Derechos Humanos.
El trabajo de estas mujeres, dijo el padre Vera, es un ejemplo sobre la atención a la población migrante y la ayuda de la comunidad hacia la comunidad como reacción a una deficiencia en el estado.