Publicado: 29 de diciembre de 2016
Por: Jade Ramírez Cuevas Villanueva
Lo que más perturba a organismos internacionales que se asoman a revisar la situación de los periodistas mexicanos, es la soledad que envuelve cualquier caso: desde quien recibe amenazas telefónicas hasta quien ha encontrado su domicilio allanado, fue perseguido en carretera, o peor aún, desaparecido y asesinado. Esa condición solitaria, de la que muchos periodistas se jactan como el mejor estado para producir, mutó a soledad crónica en medio del bullicio del oficio. Inaceptable. No reconocida. Pero real.
La camaradería necesaria en tiempos violentos se descompone de pronto por los malos salarios, la revancha personal con el colega de redacción, el histórico rencor al premio “robado”, la falta de clicks-aplausos a la nota publicada o el regaño durante la junta mensual por no seguir la línea que dictó una llamada al directivo del medio. En el país amargo, sembrado de muertos y fracasos sociales, de calibres y metralletas como recurso educativo, las multifacéticas crisis de los medios de comunicación, tienen minado al periodismo, con pocas posibilidades de acceso a una debida terapia que lo renueve.
Entonces, ¿por qué seguir siendo periodistas? preguntó la Red de Periodistas de a Pie a un puñado de reporteros y reporteras a mediados de año, y de allí surgió una de las campañas más emotivas, en la que muchos se espejearon gratamente. Fue una manera de inhalar el aire suficiente para no llegar tan desinflados al cierre del 2016.
¿Qué nos depara el 2017? Más muertos, más desaparecidos, fosas, desquites entre cárteles, corrupción e historias de corrompidos militantes como servidores públicos, que flotan en el sistema político mexicano sin pudor.
Pero a unos días de finalizar el año en el que más periodistas han sido asesinados en México –12, hasta este 28 de diciembre–, las respuestas de varios colegas consultados sobre el papel que juega la solidaridad en tiempos de crisis y depresiones globales, nos devuelve esperanza, ese estado psico-emocional del que no se habla en el gremio porque los periodistas aceptamos ser todo, menos cursis.
Para la reportera Estrella Pedroza, agredida por policías mientras videogrababa una detención arbitraria “la solidaridad es fundamental y estratégica para empoderar y fortalecer a los reporteros que enfrentan alguna situación de riesgo o de acoso”, convirtiéndola en un potaje anímico.
A Jaime Arméndariz, experimentado reportero de la fuente política en Chihuahua -hoy bajo lupa, con la nueva era del gobernador-regulador de medios Javier Corral-, el trabajo colaborativo es una condición básica en las actuales condiciones laborales. “Ya no son los tiempos de periodistas celosos de información o fuentes, porque el entramado y solidaridad en la corrupción está bastante fortalecida, y una gran posibilidad de seguir revelando esa situación se dará con una forma similar organizativa en el periodismo, de lo contrario no habría trabajos colectivos como Panamá Papers y Casa Blanca”.
Entre las reporteras del Itsmo de Tehuantepec, una de las zonas emergentes de grupos criminales, la solidaridad se invoca en estatus de urgencia. Diana Manzo dice que en su región, altamente violenta con las mujeres, “los periodistas vivimos dispersos, contrario a lo que pasa a nivel estatal y nacional, donde existe un poco más de solidaridad”.
Sin embargo, ese acto de desdoblarse mínimamente por otro en desagracia resulta vital, dice Pedro Matías, corresponsal en Oaxaca de un medio nacional, pues “no te sientes solo, y también da la opción de consultar sobre las medidas a implementar u orientar algún mecanismo de seguridad”.
Pero también hay posibilidades de darle la vuelta a esa soledad. “El futuro del periodismo está en los periodistas que abran espacios y logren deslindarse de los medios”, advierte Héctor Guerrero, un fotoperiodista de Jalisco que comparte con pares de otras regiones la mayor parte de su tiempo. Eso significa cambiar de carril, dejar de ser el eslabón más débil del flujo informativo para crear nuevos medios noticiosos e investigación periodística.
“La solidaridad es crucial para seguir ejerciendo un periodismo crítico. Unir lazos, alejarse del individualismo y ser solidarios con nuestros compañeros”, refiere César Huerta encargado de un medio digital en Jalisco que se ha convertido en una de las pocas propuestas periodísticas no comprometidas con los recursos públicos a través de publicidad oficial. Ese otro temas que no debe tacharse de la libreta de pendientes, para cualquier periodista y comunicador urgido de transparencia.
Más allá de lo que a título personal abone o no el compañerismo selectivo, para un reportero apasionado por el oficio como Francisco Cuamea, editor en Sinaloa, la solidaridad “es clave si el periodismo se enfoca en generar comunidad y servir de enlace entre grupos sociales”. Es decir, si se procura que el periodismo no sea sólo un canal de información, sino el mejor instrumento fiscalizador de los políticos y las instituciones.
Pero entre egos y empresas hemos ido navegado, dice Ernesto Aroche quien junto a Mely Arellano dirige Lado B, una iniciativa periodística sólida que gana peldaños en Puebla. “Periodistas mirando a otros periodistas, pendientes de su seguridad, listos para levantar la voz en caso de que un compañero sufra una agresión. Una respuesta al margen de las instituciones y de las empresas, una respuesta de periodista para periodistas. De par a par”.
Aunque algunos llevan la delantera en precampañas, 2017 será el año otra vez de las guerras sucias con miras a la elección presidencial y eso siempre se llevará entre las mareas informativas y cables de alta tensión, a quienes reportean sin protocolos de seguridad asignaciones no colaborativas.
El gremio no es perfecto. Profesionalizar nuestra capacidades e intuiciones para contar todo tipo de realidades, es el reto permanente. Y ser solidarios, por imposible que parezca, es ya la mejor apuesta de muchos periodistas de a pie que diversifican las agendas locales con sus redes regionales. Un tejido fibroso de esta gran Red PdP, que en 2017 cumple sus primeros 10 años de capacitar, producir y difundir buen periodismo en tiempos de crisis.
¡Qué inicien los festejos!