Publicado: 02.08.2017
Foto: Fernando Santillán
Patricia Mayorga
La cobertura periodística de derechos humanos, en el contexto de violencia que vive México, incrementa el riesgo para quien lo ejerce, cada vez más.
Documentar desapariciones y desplazamientos forzados, masacres, ejecuciones extrajudiciales, recuperar las historias de las personas asesinadas en la llamada guerra contra el narcotráfico –signos de una guerra-, nos coloca sin darnos cuenta, en una situación más vulnerable por los intereses de grupos oscuros y muy poderosos que se tocan.
Si no nos pensamos como reporteros y reporteras cubriendo una guerra –que no elegimos ir a cubrir, pero nos cayó encima y no pudimos quedarnos ajenos porque estaban matando a nuestra gente-, vamos a permanecer cada vez más vulnerables, más en riesgo.
Los homicidios de los periodistas Miroslava Breach en Chihuahua y Javier Valdez en Sinaloa, nos ponen enfrente el reto que tiene el periodismo: la cobertura de la narcopolítica.
¿Estamos preparados?, ¿estamos capacitados para seguir la ruta del lavado de dinero?, ¿estamos preparados y dispuestos para perder un trabajo donde se censura parcial o totalmente, en aras de convenios de publicidad, de intereses políticos y/o comerciales?
Los homicidios violentos de amigos, la situación en que dejan a sus familias; las salidas silenciosas (la mayoría de las veces) de otros compañeros que deben huir para prevenir un homicidio más; el dolor de sus familias que son cercanas a nosotros, han transformado nuestras vidas.
Tenemos frente a nosotros un gran reto: o nos preparamos con todo para enfrentar a “los lobos”, o seguiremos en las calles viendo caer a compañeros y luego exigiendo justicia. A quienes se han ido, les debemos prepararnos mejor, como reporteros de guerra obligados a conocer a los enemigos que se enfrentan, a entender por qué tenemos el país que vivimos y qué intereses se mueven detrás de tanta muerte, de tanta corrupción y de la impunidad que les regala a los criminales, “el derecho” a matarnos, a desaparecernos, a corrernos del país, a callarnos.
Les debemos y nos debemos, hacernos de herramientas para vivir, para trabajar, para ganar nuestra libertad de expresarnos, de investigar y el derecho de la ciudadanía, a estar bien informada