Conversatorio: Buscadores, en un país de desaparecidos

Publicado: 10.04.2017


Por: Ximena Natera

En México desaparece una persona cada dos horas. En una década marcada por la violencia, miles de mexicanos han desaparecido sin dejar huella, y sus familiares han tenido que salir a hacer lo que el gobierno mexicano no puede o no quiere hacer: buscarlos.

Los buscan vivos, en burdeles o en cárceles y hospitales, pero a partir de la desaparición forzada de los 43 normalistas de Ayotzinapa, también los buscan debajo de la tierra. Por eso, contar la historia de estos buscadores es contar también la historia de un estado ausente y criminal, y la historia de una década de guerra no declarada.

Buscadores es una serie de cortos documentales diseñada por Consuelo Pagaza y Prometeo Lucero y coordinada por Daniela Pastrana, Mónica González y Daniela Rea. Cuenta las historias de personas comunes que, ante la falta de respuesta del Estado mexicano para buscar a sus familiares, han salido a desenterrar huesos del gran cementerio clandestino llamado México. Y para ello se han preparado, convirtiéndose en abogados, gestores, peritos, excavadores, recolectores de muestras.

El trabajo fue presentado el 4 de marzo en el Foro al Aire libre de la Cineteca Nacional y estuvo acompañado por una mesa de análisis en el programa de Periodistas de a Pie en Rompeviento TV, que se transmitió el 9 de marzo.

En ese conversatorio, dos madres de mujeres jóvenes desaparecidas, dos fotoperiodistas participantes y una socióloga hablaron de la importancia de las redes de apoyo, del miedo de buscar y el terror de no encontrar a sus seres queridos.

Estos son fragmentos de la conversación en Periodistas de a Pie por Rompeviento TV.


¿Por qué es importante contar estas historias? ¿Cómo se tomó la decisión de hacerlo?


MÓNICA GONZÁLEZ, editora de imagen de Pie de Página
: Empezamos hace un año a planificar este trabajo. Ubicábamos dos grandes rupturas, la primera fue el Movimiento por la Paz y las caravanas 2011, donde estas historias salieron a la luz, y la segunda fue la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa, cuando los colectivos salieron a las calles. Entonces, muchas de las familias nos decían que ya se ha había avanzado todo lo posible en la colaboración con las autoridades para las búsquedas. Habían llegado a un muro con todo el aparato estatal y no se podía avanzar, y efectivamente, del otro lado de esta pared estaban los restos de los familiares, las fosas.

PROMETEO LUCERO, fotoperiodista y realizador: Yo llevaba siguiendo a los familiares de desaparecidos y sus búsquedas desde 2011. En la época de Calderón había muy poco entendimiento del problema, de su magnitud, el discurso apuntaba a que todos los desaparecidos, los jóvenes asesinados eran lo que llamaron “daños colaterales”. Todavía no se entiende la magnitud, es uno de los más grandes retos que tenemos.

Cuando se empezó a poner atención a las familias, después de 2012, mediáticamente fueron tratadas como víctimas pero lo cierto es que fueron ellas las que empezaron a desarrollar métodos y sistemas de investigación como resistencia ante la falta de respuestas del gobierno y creímos que eso era realmente lo más importante de contar, no solo el dolor, sino cómo han adquirido el conocimiento y lo han compartido con más familiares para enfrentar lo mismo.

 Ahora vemos a los familiares en cursos sobre cómo reconocer huesos humanos, sobre formas de desapariciones o tipos de terreno, ¿Qué nos dice eso de un país?


CAROLINA ROBLEDO, coordinadora del Grupo de Investigación en Antropología Social y Forense del CIESAS
: Nos habla de un país que vive en un régimen de terror y estamos empezando a ver la puntita del iceberg.

Lamentablemente la academia ha sido muy lenta, el proceso para salir al campo y hacer este acompañamiento es incipiente. Nosotros reclutamos jóvenes arqueólogos, antropólogos, abogados y tienen mucho miedo de enfrentarse a este terror. Tenemos las metodologías, la infraestructura y la tecnología necesaria en este país para hacer frente a las exhumaciones con el rigor metodológico pero todavía no logramos constituir a esta sociedad civil organizada con la academia que para realizar todo este trabajo que tenemos por delante. Nosotros lo hicimos respondiendo a la urgencia de las familias y no tenemos todas las herramientas que quisiéramos tener porque esto requiere capacitación, experiencia y esto nos agarró de sorpresa. Fue una tormenta que pudimos haber visto venir pero nos quedamos como lentos, observando nada más.

En estos grupos de buscadores, las familias ya no sólo buscan a sus desaparecidos, sino a los desaparecidos de otros. ¿Cómo ha sido este proceso?

SILVIA ORTIZ, integrante del Grupo Vida Laguna: Cuando desapareció mi hija yo me escapaba de la casa, de mi familia y me iba sola a buscar, a caminar como loca, la desesperación me llevó a eso. Pasaron muchos años para entender que sola no podía hacerlo, necesitaba gente. Y cuando pasó lo de Ayotzinapa y Los Otros Desaparecidos de Iguala, ya existía Grupo Vida y yo propuse que hiciéramos búsquedas. Empezamos con 10 varillas, dos palas jardineras, muy experta según yo. No sabíamos nada. Fue hasta la segunda búsqueda que encontramos los restos de una chica de un mes y medio de desaparecida, todavía quedaba algo de ella.

Fue entregada y los hijos me dieron las gracias. Fue cuando dijimos: esto se tiene que hacer, aunque duele. Lo hemos estado haciendo por dos años ya y hemos encontrado demasiado. Patrocinio es una área enorme que no hemos terminado, hemos trabajado ahí dos años y medio y siguen saliendo restos porque ahí no son osamentas, no son cuerpos, son pequeños fragmentos calcinados.

GRACIELA PÉREZ, integrante de Ciencia Forense Ciudadana: Mi búsqueda fue muy similar a la de Silvia. Nosotros no comenzamos queriendo buscar ni mucho menos encontrar esto.

El amor por ellos te hace aprender, ser fuerte, a buscar los medios y formas y aliados que necesitas. Cuando entras a la procuraduría en Tamaulipas no ves a las familias buscando, solo están los expedientes en alteros y yo no podía dejar mi expediente ahí. Me di cuenta que no tenía nada que hacer ahí, que esta parte de investigación y de justicia lo tenían que hacer ellos, pero que no iban a buscar a mi hija.

Sin querer buscar fosas clandestinas, ahí fue donde nos llevó la investigación. Nos encontramos con personas liberadas (de secuestros) y nos enteramos poco a poco lo que hacen los criminales con las personas; que ahí donde algunos fueron liberados también hay fosas clandestinas, tambos incineradores. Y no sabes qué vas a buscar porque al final tú estás buscando vivos, pero te topas de frente con la evidencia que prueba los rumores y comienza una búsqueda que no puedes parar.

¿Cuál es el aprendizaje que nos puede dejar de este proceso?

SILVIA ORTIZ: Hay que caminar, agarrar de la mano a los que no lo hacen, que en este caso es la autoridad. Y hay que enseñarlos a trabajar: esto es lo que hay, esto es lo que tienes que hacer, no solo es ir y encontrar, ahora es revisar que el proceso de la recuperación de los restos siga el debido proceso y después que pase al área forense y verificar que salgan esos resultados.

¿Qué sigue? Hablábamos de que empezamos con dolor y nos hicimos buscadores, al rato voy a ser química yo creo, porque se están llenando las fosas y los semefos. Hay una cantidad increíble de restos y faltan las identificaciones ahora, necesitamos más personas trabajando en esto.

Las familias necesitan paz. Yo tengo una pena muy grande. El eslogan del grupo es: Vivos se los llevaron, vivos los queremos. Yo no lo digo… no puedo decirlo, porque me estoy encontrando demasiado (con las búsquedas de fosas). Con esto no quiero decir que todos estén muertos, pero es probable que una mayoría sí. Lo estamos viendo.

GRACIELA PÉREZ: Al final te creas una especie de comunidad ciudadana en la que las mismas familias que en Tamaulipas no pueden salir, hacen contacto en voz baja y van señalando puntos (donde hay fosas). En eso nos convertimos, en buscadores prospectivos. Al final de cuentas vamos encontrando, pero la parte legal es necesaria, el ministerio público tiene que dar fe de ese hallazgo para que se pueda integrar a una carpeta de expediente y tenga validez la evidencia y que sirva para comparar e identificar los restos con las bases de datos.

En cuatro años de trabajo, las historias de negligencia se apilan, no hay resultados y es ahí donde se van definiendo las necesidades. Te encuentras aliados y organizaciones que tratan de llenar este vacío.

Tamaulipas ha sido muy difícil para encontrarnos con las familias, para hacer búsquedas… que se atrevan a ir. Tomó dos años para que las personas perdieran el miedo a hablar sobre lugares de fosas.

Mucha gente nos pregunta: ¿Cómo se puede ayudar?


SILVIA ORTIZ
: La mejor manera de ayudarnos es estar unidos como personas como ciudadanos. Porque una de las cosas que no nos ayudó a nosotros es que se quedaron callados. Ahora, muchas veces son los ciudadanos los que me hablan para decirme que en tal lugar ellos vieron, escucharon, saben. Y esto me ha ayudado a encontrar estos pedacitos de cielo. Poner una denuncia nos puede ayudar. Señalar. No tener miedo.

CAROLINA ROBLEDO: Desde el punto de la academia hay todo por hacer. Los académicos necesitan salir de sus cubículos, estar con las familias. Tenemos enfrente el reto de identificar todos estos restos acumulados en los laboratorios. En Guatemala las familias también buscaron y fueron jóvenes estudiantes de licenciatura los que salieron a exhumar, no tenían ni siquiera título pero si la voluntad de hacerlo. Podemos hacerlo en México. Necesitamos jóvenes de antropología, arqueología, químicos que salgan voluntarios a hacer este trabajo. Ahorita el colectivo Solecito en Veracruz está haciendo una exhumación muy grande y nos comentaban que habían tenido que pagar a gente para que excavara. Cómo es posible que los ciudadanos no lo hagan voluntariamente. Donen una pala, un pico.

Tenemos que ir construyendo esta comunidad de ciudadanos porque a todos nos corresponde interesarnos por los desaparecidos, no solo a las familias, porque en México todos podemos desaparecer.

PROMETEO LUCERO: Desde el periodismo debemos ser un puente entre las personas, entre las que están buscando y las que les acaban de suceder las desapariciones y entre las familias de víctimas y la sociedad. Además es nuestra responsabilidad ir nombrando a los responsables con nombre y apellido. Nombrar la impunidad. Se va a seguir repitiendo mientras no haya responsables sancionados.

GRACIELA PÉREZ: Estos programas, estos periodistas, estos académicos que están haciendo visible la situación que miles de familias estamos viviendo… es un buen comienzo. Creo que tenemos que seguir así y encontrar la forma de apoyarnos, porque cuando empiezas a hacer esto como parte de un colectivo dejas atrás tu caso para unirte al resto. Pero estoy segura que buscando a otros es muy probable que encuentre a los míos y si pensamos de esa manera, podemos ayudar a las familias, incluso a las que no les ha ocurrido. Porque para eso nos estamos capacitando, para eso tomamos muestras de ADN, para eso estamos hablando de estas historias: para que a otros no les suceda.

MÓNICA GONZÁLEZ: Cuando entrevisté la primera vez a Silvia me dijo que el silencio les hizo mucho daño, la falta de acompañamiento. Y nosotras insistimos todo el tiempo que hay que estar ahí, hay que estar y acompañar en paralelo. En la red insistimos en cuidarnos y apoyarnos para hacer estos proyectos y no detenernos porque ese muro ya lo rompieron la primera vez, ellas solas. Y los periodistas no podemos quedarnos en nuestras casas y redacciones.

Si quieres ver el programa completo puedes hacerlo en este link: http://bit.ly/2oRwr8D

Consulta en Pie de Página el especial #Buscadores: http://piedepagina.mx/buscadores/index.php

Conversatorio: Buscadores, en un país de desaparecidos

Publicado: 10.04.2017


Por: Ximena Natera

En México desaparece una persona cada dos horas. En una década marcada por la violencia, miles de mexicanos han desaparecido sin dejar huella, y sus familiares han tenido que salir a hacer lo que el gobierno mexicano no puede o no quiere hacer: buscarlos.

Los buscan vivos, en burdeles o en cárceles y hospitales, pero a partir de la desaparición forzada de los 43 normalistas de Ayotzinapa, también los buscan debajo de la tierra. Por eso, contar la historia de estos buscadores es contar también la historia de un estado ausente y criminal, y la historia de una década de guerra no declarada.

Buscadores es una serie de cortos documentales diseñada por Consuelo Pagaza y Prometeo Lucero y coordinada por Daniela Pastrana, Mónica González y Daniela Rea. Cuenta las historias de personas comunes que, ante la falta de respuesta del Estado mexicano para buscar a sus familiares, han salido a desenterrar huesos del gran cementerio clandestino llamado México. Y para ello se han preparado, convirtiéndose en abogados, gestores, peritos, excavadores, recolectores de muestras.

El trabajo fue presentado el 4 de marzo en el Foro al Aire libre de la Cineteca Nacional y estuvo acompañado por una mesa de análisis en el programa de Periodistas de a Pie en Rompeviento TV, que se transmitió el 9 de marzo.

En ese conversatorio, dos madres de mujeres jóvenes desaparecidas, dos fotoperiodistas participantes y una socióloga hablaron de la importancia de las redes de apoyo, del miedo de buscar y el terror de no encontrar a sus seres queridos.

Estos son fragmentos de la conversación en Periodistas de a Pie por Rompeviento TV.


¿Por qué es importante contar estas historias? ¿Cómo se tomó la decisión de hacerlo?


MÓNICA GONZÁLEZ, editora de imagen de Pie de Página
: Empezamos hace un año a planificar este trabajo. Ubicábamos dos grandes rupturas, la primera fue el Movimiento por la Paz y las caravanas 2011, donde estas historias salieron a la luz, y la segunda fue la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa, cuando los colectivos salieron a las calles. Entonces, muchas de las familias nos decían que ya se ha había avanzado todo lo posible en la colaboración con las autoridades para las búsquedas. Habían llegado a un muro con todo el aparato estatal y no se podía avanzar, y efectivamente, del otro lado de esta pared estaban los restos de los familiares, las fosas.

PROMETEO LUCERO, fotoperiodista y realizador: Yo llevaba siguiendo a los familiares de desaparecidos y sus búsquedas desde 2011. En la época de Calderón había muy poco entendimiento del problema, de su magnitud, el discurso apuntaba a que todos los desaparecidos, los jóvenes asesinados eran lo que llamaron “daños colaterales”. Todavía no se entiende la magnitud, es uno de los más grandes retos que tenemos.

Cuando se empezó a poner atención a las familias, después de 2012, mediáticamente fueron tratadas como víctimas pero lo cierto es que fueron ellas las que empezaron a desarrollar métodos y sistemas de investigación como resistencia ante la falta de respuestas del gobierno y creímos que eso era realmente lo más importante de contar, no solo el dolor, sino cómo han adquirido el conocimiento y lo han compartido con más familiares para enfrentar lo mismo.

 Ahora vemos a los familiares en cursos sobre cómo reconocer huesos humanos, sobre formas de desapariciones o tipos de terreno, ¿Qué nos dice eso de un país?


CAROLINA ROBLEDO, coordinadora del Grupo de Investigación en Antropología Social y Forense del CIESAS
: Nos habla de un país que vive en un régimen de terror y estamos empezando a ver la puntita del iceberg.

Lamentablemente la academia ha sido muy lenta, el proceso para salir al campo y hacer este acompañamiento es incipiente. Nosotros reclutamos jóvenes arqueólogos, antropólogos, abogados y tienen mucho miedo de enfrentarse a este terror. Tenemos las metodologías, la infraestructura y la tecnología necesaria en este país para hacer frente a las exhumaciones con el rigor metodológico pero todavía no logramos constituir a esta sociedad civil organizada con la academia que para realizar todo este trabajo que tenemos por delante. Nosotros lo hicimos respondiendo a la urgencia de las familias y no tenemos todas las herramientas que quisiéramos tener porque esto requiere capacitación, experiencia y esto nos agarró de sorpresa. Fue una tormenta que pudimos haber visto venir pero nos quedamos como lentos, observando nada más.

En estos grupos de buscadores, las familias ya no sólo buscan a sus desaparecidos, sino a los desaparecidos de otros. ¿Cómo ha sido este proceso?

SILVIA ORTIZ, integrante del Grupo Vida Laguna: Cuando desapareció mi hija yo me escapaba de la casa, de mi familia y me iba sola a buscar, a caminar como loca, la desesperación me llevó a eso. Pasaron muchos años para entender que sola no podía hacerlo, necesitaba gente. Y cuando pasó lo de Ayotzinapa y Los Otros Desaparecidos de Iguala, ya existía Grupo Vida y yo propuse que hiciéramos búsquedas. Empezamos con 10 varillas, dos palas jardineras, muy experta según yo. No sabíamos nada. Fue hasta la segunda búsqueda que encontramos los restos de una chica de un mes y medio de desaparecida, todavía quedaba algo de ella.

Fue entregada y los hijos me dieron las gracias. Fue cuando dijimos: esto se tiene que hacer, aunque duele. Lo hemos estado haciendo por dos años ya y hemos encontrado demasiado. Patrocinio es una área enorme que no hemos terminado, hemos trabajado ahí dos años y medio y siguen saliendo restos porque ahí no son osamentas, no son cuerpos, son pequeños fragmentos calcinados.

GRACIELA PÉREZ, integrante de Ciencia Forense Ciudadana: Mi búsqueda fue muy similar a la de Silvia. Nosotros no comenzamos queriendo buscar ni mucho menos encontrar esto.

El amor por ellos te hace aprender, ser fuerte, a buscar los medios y formas y aliados que necesitas. Cuando entras a la procuraduría en Tamaulipas no ves a las familias buscando, solo están los expedientes en alteros y yo no podía dejar mi expediente ahí. Me di cuenta que no tenía nada que hacer ahí, que esta parte de investigación y de justicia lo tenían que hacer ellos, pero que no iban a buscar a mi hija.

Sin querer buscar fosas clandestinas, ahí fue donde nos llevó la investigación. Nos encontramos con personas liberadas (de secuestros) y nos enteramos poco a poco lo que hacen los criminales con las personas; que ahí donde algunos fueron liberados también hay fosas clandestinas, tambos incineradores. Y no sabes qué vas a buscar porque al final tú estás buscando vivos, pero te topas de frente con la evidencia que prueba los rumores y comienza una búsqueda que no puedes parar.

¿Cuál es el aprendizaje que nos puede dejar de este proceso?

SILVIA ORTIZ: Hay que caminar, agarrar de la mano a los que no lo hacen, que en este caso es la autoridad. Y hay que enseñarlos a trabajar: esto es lo que hay, esto es lo que tienes que hacer, no solo es ir y encontrar, ahora es revisar que el proceso de la recuperación de los restos siga el debido proceso y después que pase al área forense y verificar que salgan esos resultados.

¿Qué sigue? Hablábamos de que empezamos con dolor y nos hicimos buscadores, al rato voy a ser química yo creo, porque se están llenando las fosas y los semefos. Hay una cantidad increíble de restos y faltan las identificaciones ahora, necesitamos más personas trabajando en esto.

Las familias necesitan paz. Yo tengo una pena muy grande. El eslogan del grupo es: Vivos se los llevaron, vivos los queremos. Yo no lo digo… no puedo decirlo, porque me estoy encontrando demasiado (con las búsquedas de fosas). Con esto no quiero decir que todos estén muertos, pero es probable que una mayoría sí. Lo estamos viendo.

GRACIELA PÉREZ: Al final te creas una especie de comunidad ciudadana en la que las mismas familias que en Tamaulipas no pueden salir, hacen contacto en voz baja y van señalando puntos (donde hay fosas). En eso nos convertimos, en buscadores prospectivos. Al final de cuentas vamos encontrando, pero la parte legal es necesaria, el ministerio público tiene que dar fe de ese hallazgo para que se pueda integrar a una carpeta de expediente y tenga validez la evidencia y que sirva para comparar e identificar los restos con las bases de datos.

En cuatro años de trabajo, las historias de negligencia se apilan, no hay resultados y es ahí donde se van definiendo las necesidades. Te encuentras aliados y organizaciones que tratan de llenar este vacío.

Tamaulipas ha sido muy difícil para encontrarnos con las familias, para hacer búsquedas… que se atrevan a ir. Tomó dos años para que las personas perdieran el miedo a hablar sobre lugares de fosas.

Mucha gente nos pregunta: ¿Cómo se puede ayudar?


SILVIA ORTIZ
: La mejor manera de ayudarnos es estar unidos como personas como ciudadanos. Porque una de las cosas que no nos ayudó a nosotros es que se quedaron callados. Ahora, muchas veces son los ciudadanos los que me hablan para decirme que en tal lugar ellos vieron, escucharon, saben. Y esto me ha ayudado a encontrar estos pedacitos de cielo. Poner una denuncia nos puede ayudar. Señalar. No tener miedo.

CAROLINA ROBLEDO: Desde el punto de la academia hay todo por hacer. Los académicos necesitan salir de sus cubículos, estar con las familias. Tenemos enfrente el reto de identificar todos estos restos acumulados en los laboratorios. En Guatemala las familias también buscaron y fueron jóvenes estudiantes de licenciatura los que salieron a exhumar, no tenían ni siquiera título pero si la voluntad de hacerlo. Podemos hacerlo en México. Necesitamos jóvenes de antropología, arqueología, químicos que salgan voluntarios a hacer este trabajo. Ahorita el colectivo Solecito en Veracruz está haciendo una exhumación muy grande y nos comentaban que habían tenido que pagar a gente para que excavara. Cómo es posible que los ciudadanos no lo hagan voluntariamente. Donen una pala, un pico.

Tenemos que ir construyendo esta comunidad de ciudadanos porque a todos nos corresponde interesarnos por los desaparecidos, no solo a las familias, porque en México todos podemos desaparecer.

PROMETEO LUCERO: Desde el periodismo debemos ser un puente entre las personas, entre las que están buscando y las que les acaban de suceder las desapariciones y entre las familias de víctimas y la sociedad. Además es nuestra responsabilidad ir nombrando a los responsables con nombre y apellido. Nombrar la impunidad. Se va a seguir repitiendo mientras no haya responsables sancionados.

GRACIELA PÉREZ: Estos programas, estos periodistas, estos académicos que están haciendo visible la situación que miles de familias estamos viviendo… es un buen comienzo. Creo que tenemos que seguir así y encontrar la forma de apoyarnos, porque cuando empiezas a hacer esto como parte de un colectivo dejas atrás tu caso para unirte al resto. Pero estoy segura que buscando a otros es muy probable que encuentre a los míos y si pensamos de esa manera, podemos ayudar a las familias, incluso a las que no les ha ocurrido. Porque para eso nos estamos capacitando, para eso tomamos muestras de ADN, para eso estamos hablando de estas historias: para que a otros no les suceda.

MÓNICA GONZÁLEZ: Cuando entrevisté la primera vez a Silvia me dijo que el silencio les hizo mucho daño, la falta de acompañamiento. Y nosotras insistimos todo el tiempo que hay que estar ahí, hay que estar y acompañar en paralelo. En la red insistimos en cuidarnos y apoyarnos para hacer estos proyectos y no detenernos porque ese muro ya lo rompieron la primera vez, ellas solas. Y los periodistas no podemos quedarnos en nuestras casas y redacciones.

Si quieres ver el programa completo puedes hacerlo en este link: http://bit.ly/2oRwr8D

Consulta en Pie de Página el especial #Buscadores: http://piedepagina.mx/buscadores/index.php

“La libertad del diablo” y “Guerrero”. Documentales que retratan las violencias y sus huellas en México

Publicado: 06.04.2017

¡Ya puedes ver un nuevo programa de Periodistas de a Pie!

En lo que va de esta década se han registrado en México más de 100 mil asesinatos y, por lo menos, 30 mil desapariciones, muchas de ellas forzadas. ¿La violencia representa una distorsión de nuestra normalidad o se ha convertido en ella?

En esta emisión, Daniela Pastrana presenta entrevistas a los cineastas Everardo González y Ludovik, quienes retrataron en sus documentales “La libertad del diablo” y “Guerrero”, presentados en el festival de cine documental Ambulante, la violencia, la muerte, el miedo y los conflictos que atraviesa nuestro país.

Editorial: Nos sigue seguir siendo

Foto tomada de redes sociales

“Si se calla el cantor, calla la vida”

Horacio Guarany

Jade Ramírez Cuevas V.
@jadercv

Terminaron las movilizaciones escalonadas y protestas donde periodistas atendieron una convocatoria a que la indignación, por el asesinato de Miroslava Breach Valducea, más los acumulados en Tierra Caliente y Orizaba en el fatídico marzo 2017, no nos durara solo un fin de semana.

El tono, la creatividad, el grito y la originalidad como solidaridad de otras causas afines al periodismo y la libertad de expresión, fueron cambiantes, sensibles a la magia de cada grupo. Y sin proponérnoslo, los últimos estados en salir fueron Guerrero y Veracruz, líderes en violencia contra reporteros y trabajadores de los medios. Un cierre para recordarnos que pese al dolor, que pese a la sangre, que pese a quién le pese, seguimos ahí.

Claro, el miedo a ser reprimidos durante las manifestaciones estuvo presente: más de ocho patrullas de la Policía Federal vigilaron la protesta de reporteros afuera del hotel Parador Marqués en la autopista del Sol en Chilpancingo, y en Veracruz, determinaron solo estar en la Plaza Regina Martínez sin moverse, porque la orden de la Secretaría de Seguridad Pública es disuadir cualquier protesta a cualquier costo.

¿Ahora qué sigue? es lo que muchos se preguntan ante el omiso silencio de las autoridades a quienes por mandato les competen los asesinatos y agresiones contra periodistas.

Sigue, como ya se redactó hace unos meses en un espacio similar, ejercer el derecho a seguir siendo. A mantenerse como periodista con prácticas éticas y autocuidados, con indignación y rabia suficiente, pero también con articulaciones que alcancen a dilucidar por qué Miroslava, por qué así, qué información ha quedado suspendida, cuántas denuncias ciudadanas no serán reveladas y cuántos periodistas, incluso, se mantendrán en silencio un buen tiempo.

Sobre todo, reportear cómo el Estado mexicano es el único responsable de que sigan perpetrándose crímenes y acciones violentas contra la libertad de expresión que acuchillan la democracia.

Eventualmente la empresa –La Jornada- cubrirá el puesto que Miroslava tenía como corresponsal, pero el abordaje y tratamiento de los temas, sin duda, no será el mismo, no. El estilo periodístico de una trayectoria como la de ella, se forja en base a un aprendizaje personal, por lo que el vacío de una voz silenciada así, no se repara tan fácilmente.

Una comitiva que visitó Chihuahua en recientes días, conformó la Misión de Observación alrededor del caso. Entre conocer la posición de las autoridades locales, otras opiniones de reporteros y directivos de medios, así como la visión de organizaciones civiles, se tiene por delante una serie de hilos por jalar y tejer para comprender por qué en 2017, a pesar de un nuevo gobierno en Chihuahua, y tras ser ejemplo de docenas de intervenciones gubernamentales a manera de laboratorio para reducir la violencia en el país, se volvió a matar a una periodista.

De fondo, nada ha cambiado. Se reacomodaron cabecillas del crimen organizado –detonadas por la extradición El Chapo Guzmán-, pero la colusión de autoridades con los cárteles sigue intacta. El cierre de medios impresos y digitales no es casualidad, o no se debe solo a una deuda heredada del gobierno de César Duarte a Javier Corral, se trata como ya se ha señalado anteriormente en este espacio, de convenios y negocios a partir de publicidad oficial, instrumento regulador de información que termina modulando la libertad de expresión.

De la sorpresa e indignación al miedo, en medio va la sensación de seguir perdiendo. De tener que replegarse, de recibir del viento estridencia o peor aún solo silencio.

Temporalmente así será, pero en la Red de Periodistas de a Pie, intentaremos producir hasta reverberar el respetadísimo trabajo de periodistas de Chihuahua que nos ayudaron a entender lo que acontece en la Sierra Tarahumara, de cómo rarámuris defienden su territorio contra la tala clandestina, aeropuertos y gasoductos; de los gastos excesivos del ex gobernador, de los viajes relámpago que hizo a Nayarit o la desaparición de corporaciones policíacas enteras en municipios conurbados; de fosas, del secuestro, la esclavitud de migrantes y deportados, del etcétera que nos hizo estremecernos.

“Debe el canto ser luz sobre los campos, iluminando siempre a los de abajo”, escribió Horacio Guarany pensando no solo en los cantores, sino en la metáfora en que se han convertido las periodistas y los reporteros en el México doliente.

Y volverán a ser luz. Mientras, aún en su silencio forzado, no cesaremos en exigir justicia aunque haya que explicarles con palitos y manzanas, aunque debamos enfocar la reportería en un crimen que mató de varias formas al periodismo en Chihuahua.

Misión de Observación en Chihuahua documenta el clima de agresiones en el estado

Personas defensoras de derechos humanos de la región y Misión de Observación exigen al gobierno federal cumpla con su obligación y atienda la inseguridad que se vive en Chihuahua

Ante la urgencia por el feminicidio de la periodista Mirosalva Breach y los asesinatos de los defensores ambientales Juan Ontiveros e Isidro Baldenegro y el periodista Adrián Rodríguez en un periodo de cuatro meses en Chihuahua; y en el contexto de los homicidios de Cecilio Pineda y Ricardo Monlui, y los atentados contra Armando Arrieta y Julio Omar Gómez, las organizaciones, ARTICLE 19 México, Comunicación e Información de la Mujer, A.C. (CIMAC), Periodistas de a Pie y Centro de Investigación y Capacitación Propuesta Cívica A.C., en coordinación con periodistas y organizaciones locales, realizamos una Misión de Observación a la ciudad de Chihuahua los días 30 y 31 de marzo de 2017.

Los objetivos fueron documentar la situación que priva en ese estado tras el feminicidio de Miroslava Breach y los posibles focos de riesgo para periodistas en el estado; dar seguimiento puntual al proceso de implementación de la Alerta Temprana para Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas, y al tema de protección para los trabajadores de los medios; y comenzar un proceso de articulación para dar seguimiento a la exigencia y búsqueda de justicia en el caso de Miroslava Breach.

En el marco de esta Misión, las organizaciones presentes llevamos a cabo entrevistas con periodistas y personas defensoras de derechos humanos para documentar la trayectoria y la cobertura periodística de la corresponsal de La Jornada, así como de los sucesos ocurridos el día de su asesinato y en los días subsecuentes en relación a la actuación de las autoridades estatales y federales.

Asimismo, se tuvo reuniones con organizaciones locales de derechos humanos y periodistas para hablar del proceso y desarrollo de la Alerta Temprana y comenzar un proceso de articulación para apoyar en el fortalecimiento, implementación y efectivo funcionamiento de las medidas y acuerdos establecidos.

Finalmente, nos reunimos con autoridades del gobierno del Estado de Chihuahua para dar continuidad a los compromisos de las autoridades del estado con respecto a la Alerta Temprana y la protección de las y los periodistas. Además de iniciar un diálogo y un proceso de exigencias en relación a la investigación del feminicidio de Miroslava Breach.

Recordamos a las autoridades federales que la seguridad de las y los periodistas y el proceso de búsqueda de justicia por el caso de Miroslava Breach es una responsabilidad tanto de autoridades estatales como federales, por lo que las organizaciones que integramos esta Misión exigimos a las autoridades del Gobierno Federal lleven a cabo las acciones necesarias en plena coordinación y corresponsabilidad con el Gobierno de Chihuahua para dar seguimiento a la Alerta Chihuahua, reforzar la protección de periodistas y personas defensoras de derechos humanos en el estado y garantizar un proceso de justicia pronto, expedito, con perspectiva de género y en apego a los estándares internacionales.

ARTICLE 19 México, Comunicación e Información de la Mujer, A.C. (CIMAC), Periodistas de a Pie y Centro de Investigación y Capacitación Propuesta Cívica continuaremos un proceso de acompañamiento y observación en el proceso de fortalecimiento de la seguridad para periodistas en el marco de la Alerta Chihuahua y de la búsqueda de justicia en el caso de la periodista Miroslava Breach.

Inflación o porqué tu salario ya no rinde

Publicado: 30.03.2017

¡Ya puedes ver un nuevo programa de Periodistas de a Pie!

¿Por qué cada vez nos alcanza menos el salario? ¿Qué es la inflación y cómo se mide? ¿Cómo nos afecta en la vida diaria?

En esta emisión, Verónica García de León presenta un análisis sobre los factores que han generado el cambio en el precio de varios productos y servicios, como en el transporte, la luz, el agua, entre otros. Asimismo, analiza cuál es el panorama respecto a la inflación para lo que resta del año.

Editorial: La historia repetida, el silencio y la omisión

Foto: Rompeviento TV 

Alberto Nájar
@anajarnajar

La convocatoria es a una protesta y caminata que sale del Ángel de la Independencia en la Ciudad de México.

Una sensación de revivir el episodio se mueve entre las escalinatas del icónico monumento.

Los carteles traen las mismas leyendas, el grito central de la marcha se repite, son las mismas personas que lo entonan. Hasta los inclementes rayos del sol parecen los mismos.

Hace siete años, un sábado caluroso también, de ese mismo lugar partió una marcha de periodistas para protestar contra los asesinatos y amenazas a compañeros en casi todo el país.

Esa vez el detonante fue la violencia imparable que lo mismo silenció medios en la frontera norte que desapareció a reporteros en Veracruz, o Guerrero.

Ahora la convocatoria fue por el asesinato de Miroslava Breach, corresponsal del diario La Jornada y colaboradora de El Norte de Chihuahua y El Norte Digital.

Y también por la muerte de otros dos colegas, Cecilio Pineda Brito en Guerrero, y el columnista Ricardo Monlui Cabrera en Veracruz.

Los tres crímenes ocurrieron en marzo, que ha resultado uno de los más violentos para los periodistas mexicanos. El día 29, por ejemplo, fue herido gravemente Armando Arrieta, jefe de redacción del diario La Opinión de Poza Rica, Veracruz.

Por eso la sensación de revivir el pasado en la marcha del 25 de marzo. “Otra vez en las calles”, fue el saludo de varios colegas. Y sí, de nuevo a la protesta, porque en siete años parece que nada ha cambiado en México. O quizá sí, para peor.

Tras las primeras movilizaciones el gobierno de entonces se vio obligado a crear instituciones para atender la violencia y, en el papel al menos, proteger a periodistas.

Nacieron la Fiscalía Especial para la Atención de Delitos cometidos contra la Libertad de Expresión, y el Mecanismo de Protección para Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas.

Largos nombres para el trabajo tan corto que llevan a cabo. Lo dicen las cifras: según Artículo 19 el 99.75% de las agresiones a periodistas están impunes.

Las medidas de protección del Mecanismo no son suficientes, se aplican discrecionalmente o la burocracia consume tiempo valioso que cuesta vidas.

Ocurrió en el caso de Cecilio y de Miroslava, quien denunció amenazas ante el organismo y no fue escuchada.

La Fiscalía y el Mecanismo sólo han servido para bajar la presión internacional al gobierno mexicano.

En foros y organismos internacionales México presume carpetas con las leyes, protocolos y presupuestos para “proteger” la vida de los periodistas, algo que en círculos diplomáticos suele funcionar muy bien.

Pero en las calles la realidad es otra. Y no sólo por la violencia que no cesa sino por dos elementos más que, en el déjà vu de estos días, reaparecen con la contundencia oculta de los últimos años:

El silencio del gobierno de Enrique Peña Nieto. Y la ausencia grosera de los dueños de medios de comunicación.

Nada han dicho las autoridades de este marzo negro para el periodismo. Ningún directivo de periódicos, televisoras o estaciones de radio del país (excepto de La Jornada y el Noroeste de Sinaloa) se han tomado la molestia de ser solidarios con sus compañeros.

Es la raíz del problema, una de las causas de la impunidad en la violencia a periodistas. Como ocurre en muchos problemas del país, el de las agresiones al gremio se mira desde el poder como una discusión de élites.

Para el gobierno anterior le fue suficiente crear protocolos y organismos de papel para atender el problema. Y desde el primer día la administración de Peña Nieto quiso borrar del discurso el tema de la violencia, sin éxito excepto en el caso de los periodistas.

¿Cuál es el común denominador? Pactos de autoridades con empresarios de medios. En el primer caso aplaudieron; en el segundo acataron. El resultado es el mismo. Soledad para los reporteros.

Y silencio para escalar la protesta, que se queda entonces en las calles o en redes sociales.

En ese escenario fue la protesta del 25 de marzo. El mismo de hace siete años. Aquel día la jornada terminó en sobremesas para discutir los siguientes pasos. Ahora, casi al terminar la marcha, la tarde se nubló y empezó a llover.

El lugar común diría que es un presagio. ¿Será?

¿Tenemos algo que decir? Pronunciamiento #NoSeMataLaVerdadMatandoPeriodistas

MOVILIZACIÓN ESCALONADA DE PROTESTAS

JUSTICIAPARAMIROSLAVA

En los 4 años de gobierno que lleva Enrique Peña Nieto como presidente, el número de periodistas asesinados y los desaparecidos que siguen sin respuesta, sumados a los ataques por día a los trabajadores de los medios -uno cada 22 horas-, describe en dígitos el clima de represión y violencia bajo la que ejercemos los periodistas, eso sin escudriñar las condiciones laborales que van de malas a deplorables.

103 periodistas asesinados en los recientes tres sexenios, 3 nada más en marzo de 2017. Ningún indicio de los desaparecidos. ¿Hay necesidad de repetir la cifra o explicarla de otra manera para que en la sociedad se entienda la barbarie en la que México se encuentra?

No somos personajes de una clase especial, no exigimos un trato privilegiado, sólo las garantías constitucionales para poder seguir haciendo periodismo y ejercer la libertad de expresión, sin que nuestra integridad física, psicológica y emocional se vea abatida por violencia revanchista, porque incomoda lo que narramos, porque al poder (fáctico y constitucional) no le conviene que se sepa la verdad.

La Secretaría de Gobernación podrá mantener el monstruo o elefante blanco llamado Mecanismo de Protección, pero quien nos debe cuentas claras y efectividad en su mandato, es principalmente la Fiscalía Especializada de Delitos cometidos contra la Libertad de Expresión de la PGR. En 6 años hay un acumulado de 900 averiguaciones previas abiertas por delitos contra periodistas, solo 2 han culminado en condenas; el 99.5% de los casos no ha recibido justicia… eso que en este país se ha vuelto una metáfora de vacío.

Basta de disuadir a los compañeros que acuden al Ministerio Público a interponer una denuncia, basta de perder expedientes, basta de opacidad, basta de criminalizarnos, basta de evadir la facultad que tiene la FEADLE para atraer las investigaciones y explorar la línea de la labor periodística como motivo de un asesinato, desaparición y agresión. Basta de regatear medidas de protección. Basta de imponer medidas irracionales para una labor compleja como lo es reportear. Basta de mantener funcionarios de primer, segundo y tercer nivel responsables de procesar inadecuadamente la protección a quienes se acogen al Mecanismo como última opción. Basta de poner peros burocráticos cuando la reglamentación de la Ley de Protección ordena el principio pro persona, el de la protección más amplia y acorde a la realidad de cada persona en riesgo bajo los más estrictos estándares internacionales.

El asesinato de Miroslava Breach Valducea, es una puñalada estratégica por el ejemplar periodismo que ejercía, por su perfil, porque reporteaba violaciones a los derechos humanos, porque reveló alianzas maliciosas que engendran un sistema político corrompido por la delincuencia organizada, porque hacía eco de la voz de los no escuchados, porque siendo francos el chayo no era lo suyo. No hay unos crímenes contra periodistas que nos duelen más que otros, simplemente entendemos el mensaje: incomodar con lo que publicamos apegados a principios éticos, tiene consecuencias mortales.

No se salva Javier Corral, no se salva Miguel Ángel Osorio Chong, no se salva Enrique Peña Nieto ni los treinta tantos funcionarios de la Subsecretaría de Derechos Humanos que cobran a cuenta del Mecanismo, o los 3 ministerios públicos federales asignados a los casos de la FEADLE, mucho menos los diputados y senadores… ya no queremos iniciativas, queremos que inicien sanciones administrativas y penales contra quienes obstaculizan la debida protección y el acceso a la justicia.

Estaremos saliendo a las calles, no quitamos el dedo del renglón, pero ya no queremos salir a gritar el nombre de nadie más.

#JusticiaParaMiroslava

#NiUnPeriodistaMás

#NoSeMataLaVerdadMatandoPeriodistas

#AlMatarUnPeriodistaSeAcuchillaLaDemocracia

Calendario:

Lunes 03: Guerrero
Martes 04: Veracruz

Manifestaciones en Jalisco y Morelos, 26 y 27 de marzo respectivamente.

Movilizaciones en Oaxaca y Puebla, 28 y 29 de marzo.

Movilizaciones en Sinaloa y Chiapas, 30 y 31 de marzo.

Movilizaciones en Chihuahua y Guanajuato, 1 y 2 de abril.

Conversatorio «Los periodistas decimos: No es normal desaparecer»

El próximo lunes 27 de marzo se realizará el Conversatorio «Los periodistas decimos: No es normal desaparecer» donde participarán Daniela Pastrana y Mónica González de la Red de Periodistas de a Pie

Como parte del evento se presentará la serie documental #Buscadores. En un país de desaparecidos

Será en la Sala Fernando Benítez de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM a las 13 hrs.

No dejes de asistir.

Posicionamiento de la Red Libre Periodismo de Chihuahua

La Red Libre Periodismo de Chihuahua exige que se castigue a las personas involucradas en el artero asesinato de nuestra amiga y compañera periodista Miroslava Breach Velducea, corresponsal de La Jornada y colaboradora de El Norte de Juárez.

Creemos que hubo signos claros del riesgo en el que se encontraba nuestra amiga y en lo general, la vulnerabilidad en la que nos encontramos el gremio periodístico.

Miroslava denunció amenazas en diversos foros, así como en la reunión con el Mecanismo Federal para Defensores de Derechos Humanos y Periodistas, celebrada en el mes de octubre del 2016, donde señaló que a raíz de su trabajo periodístico iniciaron las intimidaciones hacia su persona y familia, desde el mes de mayo de 2016.

El periodismo es crítico, nos debemos a la sociedad, no a los políticos ni a los amigos, la sociedad es la que marca la pauta para nuestra labor y seguiremos ejerciendo nuestra profesión con pasión y entrega, porque la información es un derecho.

Exigimos que no haya más impunidad y se esclarezcan los otros 21 asesinatos de periodistas que se han registrado en el estado.

Y exigimos a las autoridades, de los tres poderes, que no se partidice este caso, por respeto al trabajo ético y responsable que siempre desempeño Miroslava.

La Red Libre Periodismo de Chihuahua nos solidarizamos con la familia y elevamos nuestras plegarias por el eterno descanso de nuestra amiga y compañera Miroslava Breach Velducea (1956-2017).

#JusticiaParaMiroslova

#NoMasImpunidad

#NiUnPeriodistaMas

Se mantienen impunes:

1.- José Ramírez Puente, Noticiero Juárez Hoy, asesinado en Ciudad Juárez Chihuahua. 28/abril/2000

2.- José Luis Ortega Mata, director del Semanario de Ojinaga, Chihuahua. Asesinado el 19/02/2001

3.- José Barbosa Bejarano, Revista Alarma Chihuahua. 9/03/2001

4.- Enrique Perea Quintanilla, Director revista Dos Caras, una Verdad Chihuahua, Chih. 09/08/2006

5.- Gerardo Guevara Domínguez, del Semanario Siglo XXI, 11/03/2007.

6.-. Saúl Noé Martínez. Trabajaba en Interdiario de Agua Prieta, Sonora, fue asesinado en la frontera de Chihuahua con Agua Prieta el 23/04/2007

7.- Candelario Pérez Rodríguez, Revista Sucesos Ciudad Juárez, 23/06/2008

8.- José Armando Rodríguez Carreón, Reportero de El Diario de Juárez. 13/11/2008. “No se mata la verdad matando periodistas”

9.- David García Monroy, El Diario de Chihuahua, 09/10/2008

10.- Ernesto Montañez Valdivia, Enfoque del Sol de Chihuahua Ciudad Juárez. 14/07/2009

11.- Norberto Miranda, Radio Visión digital Columna El Gallito Nuevo Casas Grandes. 23/09/2009

12.- Jaime Omar Gándara, fotógrafo, asesinado en la ciudad de Chihuahua, el 20/09/2009.

13.- Isabel Cordero Martínez, ex conductora de Televisa-Chihuahua. 15/04/2010

14.- Guillermo Alcaraz Trejo, camarógrafo de la Comisión Estatal de Derechos Humanos (CEDH). Colaboraba con el periódico digital Omnia Chihuahua. 10/07/2010

15.- Luis Carlos Santiago, Fotógrafo del Diario de Ciudad Juárez, asesinado en Juárez. 16/09/2010

16.- Francisco Javier Moya Muñoz, locutor de radio, asesinado en Chihuahua. 21/04/2012

17.- Héctor Javier Salinas García, director de medios de comunicación, asesinado en Chihuahua. 21/04/2012

18.- Ernesto Araujo Cano, reportero gráfico independiente, trabajaba para El Heraldo de Chihuahua, Chihuahua 19/08/2012

19.- Jaime Guadalupe González Domínguez, director y reportero de ojinaganoticias asesinado en Ojinaga, Chih. 03/03/2013

  1. Hugo César Muruato Flores, locutor de Multimedios Radio de la estación La Caliente. Fue asesinado el 02/12/2011.
  2. Jesús Adrián Rodríguez Samaniego, reportero de Antena 760. Fue asesinado el 10 de diciembre de 2016.
  3. Miroslava Breach Velducea, corresponsal de La Jornada y colaboradora de Norte de Juárea. Asesinada 23 de marzo de 2017″

Periodistas de a Pie :: #YaBastaDeBalas

A la sociedad
Al presidente Enrique Peña Nieto
Gobernador Javier Corral
Gobernador Miguel Ángel Yunes
Gobernador Héctor Astudillo

¡Tres periodistas asesinados en marzo y todavía no termina!

En diciembre, el de Jesús Adrián Rodríguez, en la capital de Chihuahua, hizo que se llegara al número de cien homicidios desde el año 2000, en este trágico recuento, según Artículo XIX.

Al llegar el tercer mes del año el ritmo de las agresiones a la prensa se aceleró. Uno por semana, es la tasa actual. Van 103:

  • El día 3, Cecilio Pineda, cerca de Ciudad Altamirano, Guerrero.
  • El día 19, Ricardo Monlui Cabrera, en Yanga, Veracruz.
  • El día 23 , Miroslava Breach Velducea, de nuevo en Chihuahua, Chihuahua.

El gobierno mexicano y los de los estados no han actuado para impedir que los comunicadores sigamos siendo asesinados. La vida de ningún mexicano vale más que las de otros. Pero a esta sociedad la están dejando sin ojos ni oídos, inerme ante la violencia.

La Fiscalía Especializada para la Atención de Delitos contra la Libertad de Expresión (FEADLE) sólo actúa para la simulación y el Mecanismo de Protección a Periodistas y Defensores es incapaz de prevenir estos crímenes.

Además, las investigaciones de muchos otros casos han llegado a un punto muerto porque las autoridades encargadas no están actuando para resolver sino para quitarse la responsabilidad de encima o, todavía peor, encubrir a los culpables.

La impunidad sigue siendo una luz verde para quienes han decidido aniquilar a los testigos del acontecer diario, a los informadores.

Las organizaciones e individuos firmantes expresamos una protesta indignada y herida, porque nos tocan a todas y a todos, porque nos sabemos expuestos todas y todos.

Exigimos de las autoridades un cambio completo de actitud, que pasen de la negligencia o la complicidad a un compromiso verdadero.

Y por lo pronto, demandamos que se completen las investigaciones pendientes y se inicien las de nuestros compañeros asesinados recientemente, que sean honestas, transparentes y profesionales, y consideren su labor periodística como una línea de investigación primordial, hasta procesar a los responsables materiales e intelectuales.

En cada uno de los casos deben quedar claramente esclarecidos los móviles. Sólo así podremos empezar a entender porqué, en México, nuestro oficio es letal.

Y podremos empezar a poner a salvo a nuestros colegas y desmontar la maquinaria de muerte.

Estaremos pendientes de los avances y resultados.

Convocamos a una jornada de protestas contra la nula respuesta de las autoridades a la treintena de asesinatos cometidos durante su mandato.

Este sábado 25 de marzo. Lista de eventos en cada ciudad en la página PrensaNoDisparen

FIRMAMOS:

ORGANIZACIONES
Article 19
Casa de los Derechos de los Periodistas, A.C.
Colectivo Voz Alterna
Cuadernos Doble Raya. Colectivo de cronistas Iberoamericanos
Derecho a Informar
FotoreporterosMx
Másde131.com Colectivo de Comunicación
Ojos de Perro vs la Impunidad, A.C.
PEN México
Plataforma Nacional de Vinculación de Periodistas
Red de Periodistas de a Pie
Red de Periodistas Colimenses “19 de Mayo”
Red de Periodistas de Juárez
Red de Periodistas del Noreste
Red Puebla de Periodistas

COMUNICADORES:
Angélica Abelleyra

Olivier Acuña
Roxana Iraís Aguirre
Sergio Aldazaba
Oswald Alonso
Alejandro Almazán
Alejandro Alemán Ceja
Scarlett Arias
Hugo Arce Barrueta
Arantxa Arcos
Alejandra Aréchiga
Jessica Arellano
Mely Arellano
Ruth Arellano
Jaime Armendáriz
Ernesto Aroche Aguilar
Jair Ávalos López
Aranzazú Ayala Martínez
Brenda Ayala Terrazas
Verónica Arredondo Leal
Elia Baltazar
Laura Baptista
David Barba
Oscar Balderas
Viétnika Batres
Laura Barranco
Geovanni Barrios
Laura Barrios
Arlene Bayliss
Raúl Berdejo Bravo
Jaime Luis Brito
Víctor Rogelio Caballero Sierra
Maciel Calvo
Josué Cantoran Viramontes
Mardonio Carballo
Lourdes Cárdenas
Laura Carlsen
Fely Carnalla
César Carrillo
Iván Carrillo Pérez
Miguel Carrillo
Lydiette Carrión
Juan David Castilla
Yoloxóchitl Casas
Mario Casasús
Karla Casillas
Tanya Casillas
Iván Castaneira
Luis Alberto Castillo
Jesús Castillo García
Hercilia Castro Balderas
Juan Castro Gessner
Oscar Castro Jiménez
Juan Cedillo
Fabiola Cervera García
Jacaranda Correa
Enrique Corte Barrera
Marco Antonio Cruz
Pedro Cruz López
Leticia Cruz
Marco Antonio Cuevas Campuzano
Axel Chávez
Yesenia Daniel
Keith Dannemiller
Gloria Virginia Davenport
Mónica de Ávila
Diego de la Mora
Manuel de Santiago Freda
Alejandra del Castillo
Adriana del Moral Espinosa
Sonia del Valle
Abraham Díaz
Miguel Angel Díaz
Eloisa Diez
Míriam Domínguez
Gerardo Dorantes
Jesús Dorantes González
Martha Duhne
Marta Durán de Huerta
Edgar Escamilla
Mariana Escobedo
Aurelio Fernández
Melva Frutos
Aníbal Fily
Guadalupe Flores
Juan Carlos Flores
Linaloe R. Flores
Rocío Flores
Itzel Galván
Esther Gamboa
Gerardo Jerry García
María Eugenia García
Marilú García Arenas
Juan Carlos García Rodríguez
Omar Gasga
Dulce Gaviña Maldonado
José Gil Olmos
María-Alba Gilabert
Julio I. Godínez Hernández
Aurelia Gómez Unamuno
Eirinet Gómez
Sergio Enrique Gómez César
Michaela González
Mónica González
Georgina González
Ariadna González Ortiz
Arquímedes González Zavaleta
Coizta Grecko
Témoris Grecko
Ioan Grillo
Adriana Guadarrama
Iliana Guerrero
Alejandro Guillén
Alejandro Gutiérrez
Sáshenka Gutiérrez Valerio
Josué Guzmán
Mayte Guzmán Mariscal
Monero José Hernández
Pablo Hernández B.
Israel Hernández
Leopoldo Hernández
Rodolfo Hernández González
Sergio Hernández Márquez
Alejandro Hernández Pacheco
María Elena Hernández Ramírez
Anel Hernández Sotelo
Sandra Hernández
Sergio Hernández
Neldi Herrera San Martín
Julio César Herrera
Ilse Huesca
Meritzi Iglesias
Jéssica Ignot Ortigoza
Daniela Jácome H.
María Teresa Juárez
Andalucía Knoll
Ernesto Ledesma Arronte
Tamara León
Raúl Linares
Rosy Linares
Kim López-Mills
Daniel López Aguilar
José Antonio López Sosa
Itzel Loranca
Favia Lucero
Prometeo Lucero
Elizabeth Machuca
Andrea Madrigal
Karina Maciel
Issa Maldonado
Omar Maldonado
Isaín Mandujano
Anabel Manzano
Diana Manzo
Claudia Marino
Félix Márquez
Fredy Martín Pérez
Abigaíl Martínez
Alba Martínez
Andrés H. Martínez
Germán Martínez Aceves
Hugo Martínez Téllez
Oscar Martínez
Mariana Martínez Estens
Marlene Martínez
Juan Eduardo Mateos
Fabrizio Mejía
Alejandro Meléndez
Damián Mendoza
Viridiana Mendoza Escamilla
Clara Meza
Alejandro Milton
Marta Molina
Alejandro Montaño Barbosa
Juventino Montelongo
Rubicela Morelos
Concepción Moreno
Flavia Morales
Roberto Morales Ayala
Teresa Morales Velázquez
Javier Moro Hernández
Antonio Mundaca
Erick Muñiz
Adriana Ángeles Muñoz
Gloria Muñoz Ramírez
Alberto Nájar
Alejandro Navarrete
Juan Ramón Negrete Jiménez
Omar Nieto
Elizabeth Nochebuena Lara
Samantha Nolasco
Silvia Núñez
Omar Ocampo
Daniel Ojeda Jurado
Emir Olivares
Daliri Oropeza
Alejandro Ortiz González
Francisco Ortiz Pardo
Olivia Ortiz
Julián Osorno
Samantha Páez Guzmán
Benjamín Pacheco
Elizabeth Palacios
Sandra Patargo
Alejandra Parra Toledo
Pedro Pardo
Daniela Pastrana
Rosa Paz
Paola Perea Mejía
Ana Laura Pérez
Armando Patrón
Estrella Pedroza
René Pérez
Blanche Petrich
Vania Pigeonutt
Rafael Pineda “Rapé”
Celina Pinto
Cris Pinto
Gloria Betsabé Piña Espinoza
Alice Pipitone
Joel Ponce
Dulce Pontaza
Tlaulli Rocío Preciado Bahena
Israel Mariano Ramírez
Mónica V. Ramírez
Gabriela Rasgado Martínez
Gabriela Retes
Caro Reyes Martínez
Luis Gabriel Ramírez Cuevas
Víctor Raúl Ramírez Hernández
Karlo Reyes
Reyna Haydee Ramírez
Fernando Rivera Calderón
Guillermo Rivera Escamilla
Saúl Rivera Gil
Francisco Robles
Paloma Robles
Cristopher Rogel Blanquet
Karla Seidy Rojas
Raziel Roldán
Juan José Rodríguez
Andrea Rodríguez Plata
Yuli Rodríguez
Víctor Ruiz Arrazola
Nubia Salas
Mara Salazar Sánchez
Nantzin Saldaña
Nidia Sánchez
Sayuri Sánchez
Violeta Fabiola Sánchez Luna
Jorge Sánchez Ordóñez
Ivet Sánchez Ortiz
Deigo Sedano
Susana Seijas
Liliana M. Servín
Nivardo Silva
Kau Sirenio Pioquinto
Majo Sisca Banyuls
Rodrigo Soberanes Santín
Michelle Solano
César Solís
Malena Sorhouet
Cristina Soto
Kandú Tapia
Primavera Téllez Girón
Magali Tercero
Román Tienda Martínez
Patrick Timmons
Xóchitl Toledano
Jerónima Toledo
Carlos Tomasini
Wilbert Torre
José Torrentera Olivera
Christian Torres
Raúl Torres
Víctor Torres
Yuridia Torres
Eileen Truax
Marcela Turati
Lucía Valencia Blanco
Javier Valdez Cárdenas
Angel Valdivieso Cervantes
Juan Carlos Velázquez
Silvia Verónica Vázquez Salas
Luis Armando Vega Sánchez
Armando Vega-Gil
Mariana Viayra Ramírez
Itxel Villa
Jenaro Villamil
Lorena Villalobos
Jorge Villalpando Castro
María Fernanda Wray
Laura Yaniz
Pedro Zamora Briseño
Jésica Zermeño
Noé Zavaleta
Leticia Ánimas
Heriberto Hernández
Felipe Mecinas

Editorial: Señores del Mecanismo de Protección: ¡Ya despierten!

 Foto: Red de Periodistas de Juárez

Daniela Pastrana
@danielapastrana

Pasamos enero con saldo blanco. Luego pasó febrero. Tranquilos, sin los sobresaltos de los años anteriores, en los que apenas arrancaba el año y ya sumábamos compañeros caídos: Gregorio Jiménez de la Cruz, Moisés Sánchez, Marcos Hernández Bautista, Anabel Flores… de hecho, lo más duro del arranque de este 2017 había sido comprobar lo fácil que se nos borra la memoria. Que los aniversarios de sus asesinatos apenas merecieron algunas menciones en el Facebook.

Pero llegó marzo y despertó al monstruo. El primero en caer fue Cecilio Pineda, un reportero de Tierra Caliente, en Guerrero, al que el Mecanismo Federal de Protección a Defensores y Periodistas le quitó hace seis meses las medidas de protección que tenía porque su riesgo había bajado y porque no se quiso desplazar a un refugio de la Ciudad de México.

Dieciocho días después fue Ricardo Monlui, en Córdoba, Veracruz. Otra vez Veracruz, el lugar del planeta en el que más periodistas han muerto en la última década. Y ahora que ya no está Javier Duarte para echarle la culpa, el primero de la cuenta del “nuevo” gobierno de Veracruz.

Y ahora, Miroslava Breach, una institución del periodismo de Chihuahua, donde cubrió desde las batallas por la democracia de 1986 hasta los abusos del Ejército en la sierra Tarahumara. Muchos la leímos durante años como corresponsal de La Jornada.

Su muerte cala, por la seriedad y profesionalismo con el que trabajaba. Por la impunidad con la que se realizó (recibió 8 balazos, iba a dejar a su hijo a la escuela). Porque es un estado que se pintó de esperanza con el nuevo gobierno, encabezado por Javier Corral. Porque su perfil, similar al de la veracruzana Regina Martínez (asesinada en su casa hace 5 años, también en marzo), nos hace sentir vulnerables a todos los periodistas de este país.

Entonces, cuando un asesinato de esta envergadura nos conmociona, volvemos a la cuenta incómoda, esa que nunca queremos recordar: que 2016 fue el año en el que más periodistas fueron asesinados en la historia de México y que superó por uno a los aciagos años de 2008 y 2010, cuando la maldita realidad nos sacó a la calle para exigir justicia para los (entonces) 60 periodistas asesinados.

Fue justo la marcha de #LosQueremosVivos en 2010, la movilización de las organizaciones de la sociedad civil que impulsaron una ley de protección a periodistas y defensores de derechos humanos, y la presión que hizo el Comité para la Protección de Periodistas sobre Felipe Calderón (el expresidente se negó a reunirse con los relatores para la libertad de expresión de la ONU y la OEA ese año, pero si recibió a la directiva de la organización estadunidense) lo que originó la creación del Mecanismo de Protección, que finalmente entró en funciones junto con Enrique Peña Nieto, en diciembre de 2012.

Entrar en una discusión sobre lo que ha hecho o no el mecanismo en estos años me parece inútil frente a la contundencia de los resultados: no sólo no se han detenido, ni las agresiones, ni los asesinatos de periodistas, sino que, por el contrario, van en aumento.

Todo lo demás que se diga es irrelevante ante la crudeza de las cifras que nos hemos repetido hasta el cansancio: 103 periodistas asesinados en los últimos tres sexenios, desde que entramos al carrusel del nuevo siglo y la alternancia; 103 periodistas asesinados, insisto, distribuidos en 20 de los 32 estados del país, con Veracruz en el imparable primer lugar, seguido de Tamaulipas, Chihuahua, Michoacán y Guerrero.

A ellos se suman 23 periodistas desaparecidos, que están en el limbo, abducidos, y que hacen de la extravagante democracia mexicana un lugar, quizá el único en el mundo, que cuente periodistas desaparecidos sin ser un régimen dictatorial.

Eso, además, con una tendencia que no deja de subir desde 2013, justo el año en el que comenzó a funcionar el mecanismo.

Ese año, gracias a la presión de muchos periodistas y de las organizaciones de la sociedad civil, había logrado reducirse a 4 el número de periodistas asesinados. En 2014, fueron 5; en 2015, la cifra aumentó a 7 y en el fatídico 2016 llegamos al histórico récord de 11 periodistas asesinados, casi uno por mes.

Pero, a diferencia de otros años, en 2016 no hubo grandes movilizaciones de periodistas.

¿Qué pasó? ¿Nos cansamos? No, nunca dejaremos de protestar. Y lo haremos cuantas veces sea necesario. Sólo entendimos que los periodistas tenemos que hacer periodismo. Y que para protegernos ya se crearon en estos años instituciones del estado que tienen una legislación robusta, recursos económicos suficientes, y asesores (varios años estuvo en México Freedom House asesorando al mecanismo federal) para la protección de periodistas. Y sobre todo, que tienen el mandato de hacerlo.

Porque hay que decirlo así: garantizar las condiciones para que medios y periodistas puedan trabajar con independencia y seguridad, es obligación del Estado. Las organizaciones de la sociedad civil pueden gestionar, asesorar, visibilizar, apoyar, acompañar, pero no es el trabajo de ninguna organización hacerse cargo del trabajo del Mecanismo.

El problema es que, después de 4 años, el Mecanismo no funciona. Su cara más inoperante (y la banalidad con que se ha tomado la protección a los periodistas en México) la mostró justo con el asesinato de Cecilio Pineda: a un reportero que cubría temas de narco en una de las zonas del país que hace años está controlada por grupos criminales, que había sufrido un atentado en septiembre de 2015, que en su primera evaluación de riesgo se consideró a extracción y un refugio para él y su familia por su condición de “altísimo riesgo”, le quitaron las medidas de protección (que consistían básicamente en rondines) cinco meses antes de que fuera asesinado.

Pero todavía peor fue la explicación de las autoridades responsables de protegerlo de por qué dejaron de hacerlo. Primero, la Unidad de Evaluación de Riesgo del Mecanismo determinó concluir su caso (en octubre de 2016) por “la inexistencia de riesgos”; luego, cuando denunció nuevas amenazas, se negó a trasladarse a un refugio “en tres ocasiones”.

«El beneficiario señala que no le es posible trasladarse al refugio, por lo cual la Junta de Gobierno le comunica que cerrará el expediente y que en el momento en que pueda aceptar la medida, se le implementaría, incorporándolo una vez más al Mecanismo”, dice el boletín No. 049/17 de la institución.

Para decirlo facilito: según los responsables de proteger a los periodistas, la única opción efectiva de protección es que dejemos de hacer periodismo.

El periodista que acude al mecanismo de protección no tiene más opciones que chalecos antibalas, botones de pánico, rondines, vigilancia y refugio. Nada de medidas políticas que ayuden a quitarle a otros las ganas de matarnos. Nada de apretarle las tuercas a las fiscalías (especialmente la FEADLE, que tiene una responsabilidad legal en el tema) para que investiguen la actividad periodística o a los gobiernos estatales para que realmente investiguen. Nada de mapas de actores políticos o estrategias que permitan prevenir las agresiones.

El mecanismo ha boicoteado sus propias iniciativas de protección y en otros casos, como la Alerta Veracruz de 2015, no ha mitigado nada las agresiones, como queda claro con el asesinato de Ricardo Monlui.

En el fondo, el problema es que el Mecanismo no fue creado para proteger, sino para simular que se protege. Y la simulación de la protección en el gobierno federal nos sale muy cara.

Por eso hay que reclamar una y otra vez que funcione. Porque hasta ahora, después de más de 4 años de existir, no hay una sola política pública que pueda parar la embestida contra la prensa en México. Hasta ahora, el Mecanismo se asemeja a Roz, ese personaje de Monsters Inc. que solo piensa en “el papeleo” mientras la trama de corrupción y miedo se desarrolla a su alrededor.

Y la mala noticia es que esto no va a mejorar. Primero, porque las benditas épocas electorales en este país siempre acarrean más problemas que soluciones. Y segundo, porque por suerte para la sociedad, cada vez se hace mejor periodismo en México. Y cada vez hay más periodistas preparándose para aprender a documentar la corrupción, para desentrañar los mecanismos que la generan y mostrar sus consecuencias. Y cada vez hay más periodistas hartos de tener miedo que están metiendo la nariz donde la gente de poder no quiere que lo hagan.

Por eso, señores del Mecanismo, es necesario que dejen de ser Roz, la mujer del papeleo, y busquen medidas que realmente sirvan para proteger a los periodistas. Por eso es urgente que ya se pongan a trabajar.