Artículo invitado: Cuando detenernos nos hace mejores periodistas

Los periodistas podemos provocar, defender un paradigma, intentar nuevas maneras de contar la realidad, o hasta ser conservadores, pero no tenemos permitido transgredir la ética ni la legalidad.

Francisco Cuamea
Subdirector del Noroeste.com
 @Cuamea  

Los periodistas podemos provocar, defender un paradigma, intentar nuevas maneras de contar la realidad, o hasta ser conservadores, pero no tenemos permitido transgredir la ética ni la legalidad.

Incluso, podemos equivocarnos, pero de inmediato hay que abandonar el ego, reconocer y corregir.

Más que llamarles límites, entendamos que es responsabilidad, esa que se nos da por ser “portadores” de la libertad (amplia o estrecha) de expresión.

Trabajamos dentro de un círculo ético del cual está prohibido salir. No podemos deformar la realidad por una licencia narrativa, por “atrapar” lectores, por ganar clicks. Peor: por recibir elogios.

Deformar lo verdadero no es una falta a un deber, es un impedimento ético. Rayar en la línea de la mentira –o un matiz forzado- para generar una imagen que impacte, simple y llanamente va en contra de la naturaleza periodística.

Hay tantos estilos periodísticos como personalidades existen. La pluralidad deviene de la libertad en la que se desarrolla el periodista como ser humano. Desde que recuperamos la conciencia del poder de la narrativa en el periodismo (digamos, desde el año 2000) el abuso de las licencias estéticas ha sido una discusión frecuente.

Y es que para hacer periodismo, hay, por lo menos, tres principios básicos a cumplir:

Ser honesto. O como diría Kapuscinski, no ser cínicos, tener vergüenza; hacer trabajo de reportería (investigación), aun cuando se cuente con la cualidad narrativa, porque el déficit de reportería nos pone en riesgo de mentir y se suele resolver la falta de un dato o argumento con una imagen sugerente; y revisar, corroborar, confirmar, sustentar la información investigada.

¿Lo que vamos a publicar es verosímil, es real? ¿Tiene correspondencia en el mundo exterior o es producto de la imaginación?, son cuestionamientos básicos para cuando la crónica nos sale “volada”.

Me gusta pensar en el proceso periodístico y dividirlo en dos para mantenernos dentro del círculo ético: fondo y forma.

El fondo lo adquirimos en la investigación. La forma es la manera como contamos lo investigado.

Privarnos de escribir realidades deformadas no nos hace menos escritores, sino mejores periodistas.

Escribir bien sin responsabilidad podrá entretener o hasta maravillar, pero no aporta a la creación de una conciencia crítica que, se supone, es el sentido del periodismo.

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