El periodismo increpa y provoca, pero no naturaliza la violencia

Denunciamos, hacemos contrastes. Dudamos todo el tiempo y cuestionamos con inquietudes naturales y fundamentos.

Denunciamos, hacemos contrastes. Dudamos todo el tiempo y cuestionamos con inquietudes naturales y fundamentos. Preguntamos y eso incomoda, criticamos haciendo memoria.Profundizamos haciendo revisión del pasado inmediato, de la historia del país, de los árboles genealógicos de la política, de los movimientos, de los hechos que una y otra vez pasan en la sociedad mexicana. Desmenuzamos las políticas públicas y las ponemos a contra luz con la realidad. Analizamos el humor, el estilo y el carácter de animales políticos como signos que evidencian machismo, desinformación y quizá, desequilibrio en el temple para llevar a buen puerto un municipio, un estado, una nación.

Hablamos de muerte y narramos escenas trágicas; le ponemos color al dolor, sonido a la sangre, luz a la pestilencia de la tierra plagada de cuerpos. Contamos historias y no siempre son de alegría ni de esperanza: ponemos nombres, conectamos apellidos, nos acercamos a perfiles criminales o dañinos personajes de la vida pública como clandestina de este país; cuadramos la ridícula impunidad. Pero no reporteamos para fundar odio.

Si el periodismo existe como oficio transformado en profesión, no es para enaltecer discursos de violencia tácita, sino para explicarlos, describirlos, revisarlos y esclarecer las emergencias que lo derivan. Nunca como estos tiempos de guerra mexicana y estado de terrorismo estandarizado, había sido tan necesario que el periodismo tuviese un papel protagónico en la vida cotidiana para la mejor toma de decisiones.

En los talleres y reuniones de reflexión entre periodistas, cuando les digo que hacer periodismo es política, se despiertan exclamaciones, suenan chisquidos, se abre los ojos, y por general asienten con la cabeza. No ganamos el mejor salario, las condiciones en que ejercemos suelen ser indignas, propensas al riesgo más que a la vanagloria, y el futuro es tan incierto como quien vive en la clandestinidad, aunque existan opciones a elegir. Por ello creo que si seguimos siendo periodistas, como la campaña de Periodistas de a Pie lo documentó hace un par de años, es porque tenemos un instinto de cómo transciende nuestro trabajo una vez publicado, toda vez que lo ponemos en común. Y aunque no entendamos exactamente cómo, intuimos, que vamos a aportar una pieza que servirá para mover cosas.

Ser periodista bajo preceptos éticos en México, es una postura política. Una manera de pararnos ante el mundo y desde cierto bagaje, caminar las historias por contar y contextualizar. En tiempos de emergencia como los que vivimos, inclinarnos por revelar información que quieren ocultar, desenredar la madeja y dar seguimiento a un caso hasta encontrar el hilo del otro lado, es tener una posición política por la verdad – o lo que más se le acerque-, por la información, por el ejercicio de derechos en riesgo.

En días recientes un comentarista y opinador que se jacta de hacer periodismo, en pleno ejercicio de su derecho a la libertad de expresión, lanzó una provocación en la red social twitter que abrió la puerta no a un debate, sino a tergiversar para mal del gremio y la paupérrima calificación que recibimos de la opinión pública. Justo por este tipo de acontecimientos nos colocan en un mismo cajón a los periodistas y quienes participan en espacios de comunicación, generalizando que somos una plaga más que personas en busca de servir a través de un bien público como es la información.

Antes de ese episodio que le echó alcohol a las brasas en tiempos electorales, en la Red de Periodistas de a Pie, desde el 3 de mayo, optamos por conmemorar el día mundial de la libertad de prensa, lanzando una campaña para la visibilización y dignificación de lo que hacemos, quienes apostamos por un periodismo de calidad.

Reporteras y reporteros de distintas latitudes del país con perfiles muy diversos, atendieron la pregunta ¿Cuál es tu compromiso con el periodismo?, convertimos en postales su respuesta y agregamos un ejemplo de su trabajo publicado que ejemplifica su apuesta personal. Una vena es la determinación de por qué seguimos haciendo esto que nos implica esfuerzos y riesgos financieros como de integridad física, pero lo otro, es esclarecer además de la definición política, cómo y para qué hacemos buen periodismo.

Si sigue en el ambiente un mal sabor de boca por lo que dejó el desenlace de Ricardo Alemán en los medios para los que trabajaba, es un buen momento, también, para contarle a las audiencias, a quienes usan y buscan nuestro trabajo reporteril, las abismales diferencias entre un personaje aclimatado al régimen en turno haciendo uso de plataformas de comunicación, y los periodistas que, en un contexto de adversidad sin revés por el momento, seguimos comprometidos con ejercer de la mejor manera la libertad de expresión y el derecho a la información.

Aquí la campaña ¿Cuál es tu compromiso con el periodismo?

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