8 años, tres gobiernos y Regina sin Justicia

Más allá del significado cabalístico y matemático del número 8, hoy es el octavo aniversario luctuoso del homicidio de Regina Martínez y desde entonces se pide justicia, porque la investigación que realizó la Fiscalía Especializada en Delitos Electorales y en Atención de Denuncias contra Periodistas y/o Comunicadores, nunca retomó como línea de investigación el trabajo periodístico de Regina.

«Defender tu trabajo es defender tu memoria»

Más allá del significado cabalístico y matemático del número 8, hoy es el octavo aniversario luctuoso del homicidio de Regina Martínez y desde entonces se pide justicia, porque la investigación que realizó la Fiscalía Especializada en Delitos Electorales y en Atención de Denuncias contra Periodistas y/o Comunicadores, nunca retomó como línea de investigación el trabajo periodístico de Regina.

En la administración de Javier Duarte fue asesinada y desde entonces se normalizó la impunidad en la entonces Procuraduría del Estado (con los fiscales Amadeo Flores Espinosa y Luis Ángel Bravo Contreras), con Miguel Ángel Yunes Linares (con Jorge Winckler) no pasó nada en la investigación y a más de un año del gobierno de Cuitláhuac García Jiménez (con la encargada de despacho, Verónica Hernández Giadáns), no hay visos que se quiera revisar el caso, ni si quiera se constituyó la Comisión de la Verdad para los casos de periodistas asesinados prometida por el gobernante en su campaña.

En los primeros días del invierno de 2011, Regina Martínez viajó a su pueblo para pasar la Navidad con sus padres y su familia. Una orden de trabajo de la revista Proceso recibida en su BlackBerry —que apenas aprendía a utilizar—hizo que regresara a su casa de la colonia Felipe Carrillo Puerto, en Xalapa.

Desde afuera todo parecía normal, pero al entrar vio que del baño salía vapor y el piso estaba mojado, como si alguien se acabara de bañar. A los jabones de tocador les habían quitado la envoltura y estaban ahí, deshechos. Eran los primeros indicios de una amenaza que Regina solo compartió con algunos de sus amigos: “¿La pinche Procu qué va a hacer?”, cuestionaba.

Siempre fue reservada, incluso la noche en que la asesinaron algunos decían que había nacido en Gutiérrez Zamora, otros afirmaban que en San Rafael, varios más que en un pueblo cercano a Veracruz; a nadie le dijo de dónde era.

En su acta de nacimiento aparece registrada con el nombre de Regina Martínez Pérez, nacida el 7 de septiembre de 1963 en la cabecera del municipio de Rafael Lucio, un pueblo que tiene como patrono a San Miguel Arcángel y que, hasta 1932, durante siglos fue conocido como San Miguel del Soldado. Sus padres, María Lorenza Pérez Vázquez y Florencio Martínez Romero, formaron una familia de 11 hijos.

Sus amigos más cercanos, como Guadalupe López, cuentan que no era fácil que Regina les abriera la puerta de su casa. A veces la acompañaban, después de comer o al regresar de un evento, y siempre les pedía que la dejaran en la esquina de su calle. Aunque le insistían en llevarla hasta su vivienda, nunca aceptaba. Nadie entraba a la intimidad de su hogar.

Era una mujer pequeña, medía menos de 1.50 metros. Tenía un carácter duro, burlón, y era tajante en sus opiniones.  Era muy reservada, también con su familia, incluso les ordenó: “Cuando me pase algo, ustedes digan que ni me conocen”. Por eso, sus padres no fueron a despedirla al panteón Bosques del Recuerdo. De su familia, solo llegaron dos hermanos y una sobrina que observaba desde lejos; ningún otro pariente se acercó a depositarle una flor, solo sus amigos y conocidos acudieron al cementerio, en el que nada más se escuchaba el sonido de los rehiletes que adornaban las tumbas y, como fondo, el cantar de las chicharras.

En la averiguación previa 19/2012/PC, iniciada por la Fiscalía de Investigaciones Ministeriales, se consigna que Regina falleció a causa de “anoxia por estrangulamiento” y que luchó contra su asesino, pero el expediente no responde a interrogantes como a quién pertenecían los restos de piel hallados bajo sus uñas, pues ni el ADN ni las huellas ni las gotas de sangre encontrados en el lugar correspondían a Hernández Silva.

También se desconoce el resultado del análisis de las sábanas de llamadas de sus teléfonos celulares y del contenido de sus correos electrónicos, así como de la investigación de los grupos de interés a los que afectó con su trabajo periodístico, aunque permanece abierta la averiguación previa 34/FEADLE/2012, a cargo de la Fiscalía Especial para la Atención de Delitos cometidos contra la Libertad de Expresión.

¡Justicia para Regina!


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