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Pedro Canché: Ocho meses en detención arbitraria

Publicado: 30.04.2015

El gobierno de Roberto Borge mantiene a Pedro Canché en la cárcel. Pese a que las pruebas presentadas por el gobierno de Quintana Roo en contra del periodista maya no coinciden con los hechos ni demuestran su culpabilidad, se cumplen ocho meses desde que Canché fue preso en Felipe Carrillo Puerto.

Un proceso con graves violaciones a sus garantías mantiene en prisión al periodista maya Pedro Canché, detenido desde el 30 de agosto de 2014 por supuesto sabotaje. Pese a la inexistencia de pruebas en su contra, las instancias estatales han emprendido una campaña que viola los derechos humanos para acallar al comunicador.

El 24 de febrero, el juez sexto de Distrito de Quintana Roo, Reynaldo Piñón Rangel, reconoció arbitrariedades en el caso, así como violaciones a los derechos humanos y fallas en el debido proceso. Por su parte, el Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ, por sus siglas en inglés) envió una carta al Presidente Enrique Peña Nieto el 20 de abril pidiendo la liberación de Canché.

De acuerdo con la resolución, el gobierno de Roberto Borge no acredita la existencia del delito de sabotaje o que el periodista tuviera intención de trastornar gravemente la vida natural y económica del municipio.

Las organizaciones firmantes sostienen que el encarcelamiento del comunicador es arbitrario, ante las críticas que Canché hizo contra el gobernador de Quintana Roo, Roberto Borge.

El periodismo de Pedro Canché da voz a la gente de Felipe Carrillo Puerto, en una entidad en la que la mayoría de los medios son oficiales. Desde hace más de 20 años, el comunicador ha denunciado la situación de la comunidad maya en la localidad, sirviéndose de la independencia editorial –y que en los últimos años ha encontrado a través de la difusión de información en internet.

Las agresiones contra el periodista se agudizaron a raíz de un video difundido por él mismo el 24 de septiembre, en el cual retaba a Borge a un debate público. La respuesta del gobierno priísta fue emprender una campaña de desprestigio con críticas y señalamientos negativos al trabajo periodístico de Canché. Horas más tarde, el comunicador se enteró que existía una orden de aprehensión en su contra por el delito de “sabotaje”, el cual pese a ser violatorio de derechos humanos, es considerado como grave por el Código Penal de Quintana Roo.

Dentro de las violaciones al debido proceso, destaca que el perito que integró la investigación se presentó en el lugar de los hechos un día antes de que iniciara la apertura de la averiguación previa contra Canché. De acuerdo con los policías judiciales, bastaron siete horas para recabar e integrar pruebas.

Dicha investigación, armada en 48 horas, está basada en testimonios de integrantes de la Comisión de Agua Potable y Alcantarillado (CAPA) que ubicaron al periodista en una protesta realizada el 11 de agosto por el aumento de las tarifas de servicio de agua en el municipio. Estos testimonios, señalan únicamente que Pedro Canché, hablaba con manifestantes y los grababa con su celular, lo cual consideran como la “conducta delictiva”.

La Procuraduría estatal desestimó que el comunicador estuvo en la manifestación documentando con su celular el desalojo violento de los manifestantes, no obstante Canché fue detenido y encarcelado.

De acuerdo a la investigación realizada por ARTICLE 19, las comisiones de defensa de derechos humanos estatal y federal se han negado a pronunciarse respecto a los ataques. Mientras que la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) a pesar de contar con la integración de un expediente, se ha mostrado débil ante la negativa de informar sobre el proceso que sigue su investigación relacionada con el periodista y las graves vioalciones a su derechos, la Comisión de Derechos Humanos del Estado de Quintana Roo se ha convertido en cómplice de los ataques y se ha negado a investigar a las autoridades locales por violaciones de derechos humanos.

A escasas horas de haber ingresado a la cárcel. Las lesiones ameritaron que fuera trasladado al Hospital General de Felipe Carrillo Puerto por posibles daños irreversibles en las vértebras cervicales y en el hombro derecho. La respuesta a la atención médica requerida ha sido tardía e ineficiente. Hasta ahora le han negado un trato médico digno. Ha sido a través de un juicio de amparo que se ha enterado de dichas valoraciones médicas, sin que a la fecha se le brinde atención adecuada. Según testimonios del periodista Pedro Canché, le han tratado manera degradante y se han negado a informarle sobre la naturaleza y los efectos de los medicamentos que le han sido suministrados, derivando tal circunstancia en una afectación a su hígado.

Dentro de la campaña contra su persona, Pedro Canché es objeto de continuos ataques difamatorios por medio de redes sociales. El comunicador también ha sido víctima de Lino Magos, titular de la Dirección de la Defensoría Pública del Poder Judicial del estado, quien desde su cuenta de Twitter lo acusó, entre otras cosas, de ser un “atentado de periodista y aprendiz de alborotador”. Es decir, quien supuestamente tendría que defender a la sociedad, es el mismo que acusa y descalifica a las voces críticas del gobierno de Quintana Roo.Asimismo, los funcionarios Raymundo King, diputado federal y presidente del PRI estatal, y César Mortera, presidente del movimiento PRIMx en Quintana Roo, han atacado al periodista en Twitter.

En suma, el periodista maya, Pedro Canché, permanece en prisión bajo una incuestionable detención arbitraria por el ejercico de su derecho a la libertad de expresión. La falta de independencia de quienes procuran y administran justicia han hecho inefectivos los recursos jurídicos internos para enmendar las violaciones a sus derechos relativos al debido proceso y a recibir la atención médica oportuna y adecuada. Esto, lo mantiene en un constante estado de salud delicado, con daños físicos graves y probablemente irreversibles. Las mútiples afectaciones provocadas por la arbitrariedad de su detención, en el ámbito físico patrimonial, familiar, personal y laboral, implican responsabilidad para todas las autoridades, tanto de Quintana Roo como federales, por consentir la permanencia y prolongada privación de la libertad del periodista ante la urgente necesidad de cesar, sin demora, las graves violaciones de los derechos humanos de Pedro Celestino Canché Herrera.

La organizaciones, pedimos:

  • Al juez estatal, que agilice su resolución sobre el caso de forma imparcial y transparente.
  • Al gobierno de Quintana Roo, por las graves violaciones de las garantías en el debido proceso, se libere inmediatemante al periodista maya Pedro Canché.
  • A la CNDH, por las claras violaciones de derechos humanos de Pedro Canché, emita una recomendación inmediata.

Firmantes:

ARTICLE 19 Oficina para México y Centroamérica

Centro de Comunicación Social (Cencos)

Committee to Protect Journalists (CPJ)

Freedom House

Global Voices

Periodistas de a Pie

Reporteros Sin Fronteras

Mesa de discusión: “Documentar la defensa de los derechos humanos en México: buenas prácticas compartidas entre personas defensoras y periodistas”

Por: Redacción Publicado: 29.04.2015

A 3 años del asesinato de la periodista Regina Martínez (28 de abril), y en el marco del aniversario de la aprobación de la Ley de Protección para Personas Defensoras y Periodistas (30 de abril), y el Día Mundial de la Libertad de Prensa (3 de mayo), la Comisión Mexicana de Defensa y Promoción de los Derechos Humanos invita a la mesa de discusión “Documentar la defensa de los derechos humanos en México: buenas prácticas compartidas entre personas defensoras y periodistas”

Donde se compartirá un compendio de buenas prácticas para personas defensoras y periodistas con el objetivo de contribuir a la mejora de la relación profesional entre periodistas y personas defensoras, así como la cobertura en materia de la defensa de los derechos humanos en México. Dicho documento fue elaborado a partir de un taller realizado por la Red de Periodistas Sociales “Periodistas de a Pie”, dirigido personas defensoras y periodistas durante 2014.

Ponentes:

Daniela Pastrana, Directora ejecutiva de la Red de Periodistas Sociales “Periodistas de a Pie” – Cobertura de los derechos Humanos en México

Jesús Robles Maloof, Ciberactivista y Defensor de los Derechos Humanos – La importancia de las redes sociales para la defensa de los derechos humanos

Jorge Carrasco, Periodista y Reportero de la Revista Proceso – El ejercicio y la defensa de la libertad de expresión en México: los riesgos de ser periodista

Janeth Ramírez Vargas, Coordinadora del Área de Educación del Centro de Derechos Humanos Zeferino Ladrillero – Retos y oportunidades para las OSC y las personas defensoras en la presencia en los medios de comunicación

Modera

Axel García, Coordinador del Proyecto del Área de Defensores/as de la Comisión Mexicana de Defensa y Promoción de los Derechos Humanos

Cuándo: Jueves 30 de abril de 2015 | 10 Hrs.
Dónde: Centro de Educación y Extensión Universitaria: Casa Rafael Galván
Zacatecas 94 Col. Roma Norte, Del. Cuauhtémoc
(Estacionamiento a una cuadra: con descuento para actividades en Casa Galván)

El evento se realiza en el marco del proyecto “La protección a personas defensoras de derechos humanos a través de su capacitación y visibilidad” desarrollado por la Comisión Mexicana de Defensa y Promoción de los Derechos Humanos, Peace Brigades International UK y Conexx – Europe.

Periodistas de a Pie :: «Arena Azteca Budokan» y «Ciudad Merced»

Publicado: 23.04.2015

«Arena Azteca Budokan» y «Ciudad Merced», en Periodistas de a Pie. Rompeviento TV. 23/4/15

Periodistas de a Pie es un espacio informativo semanal conducido por reconocidas periodistas, que analizan la realidad nacional desde la trinchera de un periodismo crítico y con compromiso social.

En este programa, los periodistas Mónica González y José Jiménez entrevistan en el estudio de Rompeviento a Orlando Jiménez y Pablo Martínez Zárate, documentalistas.

Programa transmitido el jueves 23 de abril de 2015 a las 9pm.

www.rompeviento.tv

Ayudar a hacer periodismo donde no se puede

Entrevista de Montse Santolino a Daniela Pastrana

Cómo explicar el horror sin horrorizarse y ayudar a que no continúe sucediendo? Cómo ayudar a hacer periodismo donde no se puede? Cómo defender los derechos humanos a través del periodismo? México es uno de los países más peligrosos del mundo para los periodistas. A principios de marzo, la periodista mexicana Daniela Pastrana, del colectivo «Periodistas de a Pie», fue una de las profesoras invitadas al módulo de posgrado de la Universidad Autónoma de Barcelona, ​​organizado por el proyecto DevReporter. Ese mismo mes, al recoger el premio IPI Free Media Pioneer Award 2015, Pastrana recordaba que, en su país, cada 26 horas se reporta una agresión a un periodista y que desde el año 2000 han sido asesinados 82 periodistas y 17 están desaparecidos. «Periodistas de a pie» trabaja para ejercer presión colectiva y que el costo político de asesinar periodistas sea más alto. Ayudan a los periodistas más expuestos, los que están más alejados de la capital, a organizarse y defenderse de las amenazas y, también, crean proyectos periodísticos colaborativos para poder seguir ejerciendo el periodismo social de calidad.

¿Por qué matan tantos periodistas mexicanos?

Básicamente los matan porque pueden. En los últimos ocho años, sólo se ha resuelto un caso, no hay consecuencias. Cada asesinato no resuelto de un periodista abre la puerta al siguiente. Los dos últimos asesinatos de periodistas a plena luz del día, los fueron a buscar a su casa. Cuando comenzó la guerra por el control de territorios, una de las primeras cosas a controlar eran los medios, y los periodistas quedaron en medio, ni siquiera sabían quiénes eran los enemigos. Nosotros identificamos cuatro factores. Primero, el coyuntural: la estrategia de Felipe Calderón para enfrentar el crimen organizado y el narcotráfico que originó un montón de asesinatos, que aún estamos descubriendo. Otro factor es estructural: el sistema judicial tan débil que tiene México. Esto permite que cualquier piense que puede hacer lo que quiera. Hay dos otros factores de tipo periodístico: uno es como se construyó la prensa en México, un sistema muy perverso en relación prensa-poder que permite controlar los medios. Hay censura directa a través de la publicidad, y hay una excesiva concentración de medios. Los directores de los medios están muy acostumbrados a depender, en que la línea editorial venga definida por parte de algún poder. Hay poco espacio para el periodismo de investigación, en ética o buenas prácticas.

¿Cuál es la responsabilidad de los medios de comunicación internacionales?

La gente tardó mucho en darse cuenta que lo que se explicaba en México no era verdad. La situación es muy compleja, es difícil entender cómo, en una democracia, hay un 98% de impunidad del crimen. Incluso para nosotros es difícil explicar la situación, así que para un corresponsal extranjero lo será aún más. Nunca hubo una situación de prensa libre. Hay una responsabilidad de los medios internacionales, porque cuando hay un escándalo o tensión sí se cubre, pero queda en el suceso: Juárez, el caso Ayotzinapa, etc. Hay 43 estudiantes desaparecidos en el estado de Guerrero, donde hay también 800 concesiones mineras, es el principal estado produtor de amapola. Lo que hay es negocio. Todos los lugares peligrosos son estratégico a nivel económico. Alguien está ganando dinero con la tragedia mexicana. Los Zetas están conectados con Italia, los Caballeros Templarios exportan a China. Los carteles funcionan como transnacionales. Quien vende las armas a todos los grupos criminales, si en México están prohibidas y no se producen? Es obvio que hay implicaciones de terceros. Hay oro, hay carbón, recursos. Hay responsabildad de la sociedad mexicana que no quiere verlo, pero el tema central es que hay negocio. Es la parte que hay que contar.

¿Qué le pediría a las organizaciones internacionales y los periodistas? Trabaja con periodistas de otros países?

El trabajo con periodistas de otros países es la única solución. Trabajar en equipo para dar a conocer mejor los sucesos y trabajar mucho con las generaciones más jóvenes. Diría a los periodistas internacionales que den salida a la información que no puede publicarse en el país. Los casos de Peña Nieto o de Ayotzinapa dieron la vuelta a la imagen del país. Diría a los periodistas internacionales que las organizaciones que necesitamos que nos acompañen, que hay quien está arriesgando la vida para dar información. Que expliquen lo que está pasando, ya que en México no existe prensa independiente. Hace falta el apoyo real y práctico a los periodistas y no tantos informes. Ya sabemos lo mal que está la situación. Se deben fortalecer los medios independientes, crear iniciativas, pagar el trabajo de los periodistas que se están arriesgando.

Periodistas de a Pie a sus orígenes se planteó como informar mejor sobre la pobreza. Debería haber un cambio de narrativa para que el mensaje sea más eficaz?

Nos dimos cuenta de que la pobreza la cubríamos con historias que alejaban al lector. Es muy importante explicar las causas, las consecuencias y los responsables, que el lector entienda que la desigualdad no es normal, que hay unos mínimos y que se llama Constitución, que marca unos derechos fundamentales. ¿Por qué sucede lo que sucede? En México, por ejemplo, hay muchos casos de niños que, cuando sus padres mueren, quedan en manos de los narcos de su barrio. Los sacan de las escuela por mala conducta. Este niño no es un criminal, ha habido abandono. Alguien no hizo su trabajo. Fallaron las políticas públicas básicas, de seguridad, de educación … Por otra parte, se deben buscar los ejemplos positivos, desarticular la máquina que provoca el terror, mostrar las historias positivas. Nosotros llevamos adelante el proyecto «Entre las cenizas» con esta voluntad, de mostrar historias de gente que ha resistido la violencia en estos años. También hemos sacado adelante el micrositio «En el camino», con reportajes centrados en la migración centroamericana en su paso por México rumbo a los Estados Unidos, Recursos, pistas, consejos. Reportajes realizados por periodistas locales que, gracias al proyecto, ya colaboran con otros medios y publican fuera.

Publicado originalmente en Catalán en catalunyadevreporter el 20 de abril de 2015

Consultalo aquí: http://ow.ly/LRk3V 

Periodistas de a Pie :: Migración y los jornaleros de San Quintín

Publicado: 16.04.2015

Periodistas de a Pie es un espacio informativo semanal conducido por reconocidas periodistas, que analizan la realidad nacional desde la trinchera de un periodismo crítico y con compromiso social.

En este programa, los periodistas Daniela Pastrana, Luis Guillermo Hernández y Lydiette Carrión entrevistan en el estudio de Rompeviento a José Knippen, investigadora de Fundar.

Programa transmitido el jueves 16 de abril de 2015 a las 9pm.

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Periodistas de a Pie :: 8 años de la despenalización del aborto en el DF

Publicado: 10.04.2015

Periodistas de a Pie es un espacio informativo semanal conducido por reconocidas periodistas, que analizan la realidad nacional desde la trinchera de un periodismo crítico y con compromiso social.

En este programa, los periodistas Alberto Nájar y Majo Siscar entrevistan en el estudio de Rompeviento a Oriana López Uribe, coordinadora del Fondo de Aborto para la Justicia Social María.

Programa transmitido el jueves 30 de abril de 2015 a las 9pm.

www.rompeviento.tv

Periodistas de a Pie :: Pensiones en México y desastres ambientales de Pemex

Publicado: 09.04.2015

Periodistas de a Pie es un espacio informativo semanal conducido por reconocidas periodistas, que analizan la realidad nacional desde la trinchera de un periodismo crítico y con compromiso social.

En este programa, las periodistas Verónica García de León y Majo Siscar entrevistan en el estudio de Rompeviento a Alejandro Turner, de la Asociación Mexicana de Actuarios Consultores; y Raúl Estrada, director de Comunicaciones de Green Peace México.

Programa transmitido el jueves 9 de abril de 2015 a las 9pm.

www.rompeviento.tv

Discurso de Elia Baltazar al recibir el VIII Premio Internacional de Periodismo ‘Julio Anguita Parrado’

Córdoba España, 7 de abril de 2015.- A nombre de Periodistas de a Pie, quiero dedicar este premio a la memoria del colega que no conocimos y por quien estamos aquí: Julio Anguita Parrado. También a las y los periodistas de Andalucía, de Córdoba particularmente, por su generosidad al compartir este premio con periodistas de todo el mundo, como un homenaje a la memoria de un compañero y un amigo. Y muy especialmente lo dedicamos también a todas y todos los periodistas mexicanos que han resistido la violencia, la corrupción y la censura, en condiciones laborales muy desventajosas, para convertir el miedo en convicción y compromiso.

No había protesta. Ni siquiera de periodistas. La insana relación entre la prensa y el poder, que ha prevalecido a fuerza de la dependencia económica de la publicidad oficial, descompuso la confianza de los ciudadanos en sus periodistas. Desconfiábamos incluso de nosotros mismos. “Quién sabe en qué andaba metido”, decíamos, admitiendo a priori el descrédito del periodista asesinado. Este ha sido un recurso de la autoridad para desvincular la labor de periodista de los ataques en su contra y negarlos como un hecho que violenta la libertad de expresión.

Un ejemplo entre muchos. Hace 10 años, el 2 de abril de 2005, desapareció en el estado de Sonora, en el norte de México, Alfredo Jimenez Mota, un joven periodista de apenas 26 años, que había reportado las operaciones de las bandas del narcotráfico en su región. El fue el primer periodista desaparecido por razones claramente relacionadas con su trabajo. En su caso había indicios suficientes que involucraban a narcotraficantes y policías, pero nada pasó. En una década las autoridades no han podido localizarlo ni encontrar a los responsables del crimen. Su caso actualmente espera admisión en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, por la no acción y las omisiones de las autoridades. Esta es la impunidad que prevalece en casi 90% de los casos de agresiones contra periodistas. Es la impunidad que no nos deja saber quiénes y por qué matan y desaparecen periodistas. Pero en Sonora no hay un premio con su nombre, no hay autoridad que respalde su memoria, al menos por vergüenza, y acompañe el dolor de su familia. De mantener vivo su recuerdo se encarga cada año el periódico donde trabajaba y algunos de sus amigos que lo recuerdan en las redes sociales. Y nadie más. Ustedes pensarán: bueno, al menos los medios donde trabajaban los periodistas asesinados les rendirán homenaje. Yo les contesto que no. Son poco los medios que guardan el recuerdo de sus periodistas muertos. Menos o ninguno el que asume la responsabilidad que le corresponde. Los periodistas mexicanos aprendimos hace mucho que nuestra seguridad sólo dependía de nosotros, y lo hemos asumido.

Pero en la historia de Alfredo, como en la de muchos periodistas asesinados y desaparecidos, nosotros, sus compañeros de oficio, reconocemos que también tenemos que bajar la vista. A casi todos los dejamos solos en aquellos primeros años. A ellos y su familias. Es una culpa silenciosa que todavía nos pica en el corazón. Descubrimos que nuestro silencio había ayudado a que los periodistas de regiones enteras fueran silenciados y esa es un vergüenza calladita que nos conmueve en ocasiones como ésta. Porque aquí, en Córdoba, una ciudad y sus periodistas nos enseñan que es posible arropar el nombre de un periodista asesinado, acompañar a su familia, rendirle homenaje con un premio y multiplicar su memoria al compartirlo con todos nosotros. Por esta lección, por este acto de generosidad, muchas gracias. Me lo llevo a México con la esperanza de que un día podamos replicarlo. Que algún día un premio de periodismo lleve el nombre de Gregorio Jiménez, Regina Martínez o Moisés Sánchez, por sólo mencionar tres periodistas asesinados en sus propias ciudades y en un mismo estado: Veracruz, actualmente el lugar más peligroso para el periodismo en México, donde 11 periodistas han sido asesinados y 4 están desaparecidos, de 2010 a la fecha, bajo el gobierno de un mismo hombre: el priista Javier Duarte.


Vuelvo a la desaparición de Alfredo Jiménez Mota porque su caso, sin duda, fue presagio de lo que estaba por venir: el alto riesgo para los periodistas que cubrían la información de nota roja, la información policiaca o de suceso, como se conoce en algunas partes. Este presagio lo confirmó después el asesinato, en Ciudad Juárez, de Armando Rodríguez, a quien sus amigos llamaban El Choco. Era el reportero que llevaba el pulso de la ciudad y cuyas notas advertían que ésta se estaba convirtiendo en la más peligrosa del mundo. A él lo mataron en 2008 a las puertas de su casa, a la vista de su hija de 8 años a quien estaba a punto de llevar a la escuela. Tanto Alfredo como El Choco sabían del riesgo que corrían y, sin embargo, no se detuvieron. Como no se detuvo Julio en su momento al viajar a Irak, donde una guerra estalló encendida por las mentiras de uno o varios gobiernos.

En México un presidente, Felipe Calderón, también empujó al país a una “guerra”. Su famosa “guerra contra el narco”, como él mismo la llamó, aunque luego quiso desdecirse. Esa ofensiva contra el narcotráfico arrastra más de 22 mil desaparecidos y 70 mil muertos en seis años. En una cuenta aparte estaban los periodistas: en sólo 6 años, entre 2006 y 2012, hubo entre 42 y 70 periodistas asesinados, según de donde vengan las cuentas. Insisto, la cifra más abultada proviene del propio gobierno. Este detalle de los número podría parecer anecdótico si no fuera trágico. Porque esta contabilidad incierta proyecta la falta de atención de las autoridades en el registro de crímenes, y ya no digamos en su investigación. El gobierno mexicano admite que en México han sido asesinados 102 periodistas en los últimos 15 años, según sus cuentas, y ni se ruboriza. No menciona que pocos son los crímenes resueltos. Ha sabido evadirse de la crítica internacional presumiendo leyes que federalizan los crímenes contra periodistas, mecanismo de protección que consumen recursos y no dan resultados. Fiscalías para la atención de delitos contra la libertad de expresión que no ha resuelto satisfactoriamente un solo caso y ni atraído ninguno ocurrido en los estados para su investigación. El mensaje de la impunidad es que matar periodistas no tiene costo y cualquiera puede hacerlo. En todo caso, ¿a quién le importa que se resuelvan los crímenes contra periodistas? ¿A quién le importa la verdad? A nosotros los periodistas, a sus familias y sus amigos. Y en todas partes es igual, a juzgar por lo que escucho y comparto ahora con las periodistas amigas de Julio. Con su valiente y generosa madre.


Fue en aquellas primera etapa de violencia en México que nació, en 2007, la red de Periodistas de a Pie. Primero como un grupo de reporteras y un reportero –Alberto Nájar, desde siempre nuestra cuota de género–, que necesitábamos entender, saber por qué de pronto las páginas de nuestros diarios comenzaron a contar muertos en un ejecutómetro, a sacrificar las historias de pobreza y marginación por noticias cada vez más escandalosas de sangre. Todos los días un dilema ético que resolver: mostrar el rostro de la víctimas, los cuerpos, los nombres. ¿Qué debíamos hacer?

Con más dudas que certezas, nos empeñamos en corregir errores, en cambiar para mejorar. Como sucede mucho con las mujeres, había en nosotras un callado sentimiento de inseguridad profesional frente a lo que comenzaba a ocurrir en el país: algo pasaba con la violencia y no entendíamos. Como reporteras y editoras de fuentes relacionadas con temas sociales –ya saben, los temas que tradicionalmente nos asignan y abrazamos las mujeres como pobreza, niños, mujeres, hambre, educación, salud– nos acercamos a organizaciones, especialistas y periodistas que generosamente compartieron con nosotros su conocimiento y comenzamos a entrenarnos, a capacitarnos.

Periodistas de a Pie asumió la profesionalización como su primer eje. Lo hacíamos y lo seguimos haciendo combinando nuestro trabajo periodístico, invirtiendo nuestros tiempos libres, sacrificando espacios personales, y generalmente sin paga. Después vino la definición de un periodismo social, con enfoque de derechos humanos. Un periodismo de propuesta que, además de denunciar, propusiera, buscara ejemplos y salidas para la desesperanza. Para la tristeza.

A nuestra preocupación por los tema sociales se sumó entonces la necesidad de aprender a cubrir la violencia desde la perspectiva de las víctimas. En el fondo, ya las conocíamos: eran precisamente esos hombres, mujeres, niños y jóvenes más desfavorecidos, los más marginados, los que padecían la desigualdad de oportunidades. Aquellos que fueron presa fácil del narcotráfico y de los abusos de la policía o el ejército, precisamente por su condición. Eran los que morían y eran desaparecidos y a quienes el discurso oficial vinculaba sin pruebas con el narco. A ellos queríamos devolverles su historia y su nombre. Pero teníamos que aprender cómo hacerlo. Y nos preparamos y promovimos cursos de capacitación que siempre han sido abiertos y a los que se fueron sumando nuevo periodistas que llegaban mudos del miedo, de regiones donde informar cuesta la vida.

Un día nos dimos cuenta que las víctimas ya no eran sólo los otros sino nosotros, los periodistas. Ocurrió tarde, allá por el año 2009. Cada una de nosotras, por distintas razones, ya sea por los viajes de trabajo o por nuestra relación con colegas de las regiones, comenzamos a conocer las historias de violencia que vivían nuestros compañeros, sobre todo en los estados del norte. Había de todo: los levantones, como llamábamos a los secuestros; las listas con nombres de periodistas ‘ejecutables’, como se nombraba a los amenazados de muerte por el crimen organizado; las agresiones, las llamadas a las redacciones diciéndoles qué podían publicar y qué no; el peligro de llegar primero y solo a un enfrentamiento, a una escena de crimen bajo el riesgo de encontrar todavía a los “mañosos”, los asesinatos cada vez más recurrentes y cada vez más violentos. El riesgo, pues, de ser periodista.


Muchas veces hemos tratado de recordar cómo fue que nos involucramos por primera vez en la defensa de la libertad de expresión. Cómo tomamos aquella decisión de organizar un primer encuentro de periodistas y violencia que sirvió como catalizador. En aquel foro no pararon las historias. Juan, un periodista de una pequeña comunidad de Guerrero –el mismo estado de donde desaparecieron los 43 estudiantes de Ayotzinapa–, nos contaba cómo lidiaba con los narcotraficantes de su región, y cómo resolvió la dificilísima disyuntiva de publicar o no las fotos de personas asesinadas, los ejecutados les llamábamos entonces. “A muchos los está buscando su familia –nos decía–. Yo trato de tomar la foto lo mejor posible para que puedan identificarlo”. Un dilema ético resuelto nada más que con humanidad.

La sesión se convirtió en una catarsis en la que todos comenzaron a compartir las estrategias que han desarrollado para conservar la vida y seguir informando.

A partir de ese momento, de manera incesante, organizamos cursos, talleres, charlas, encuentros con periodistas que habían sido corresponsales de guerra o con experimentados periodistas colombianos para que nos ayudaran a cuidarnos, para que nos compartieran las claves de una cobertura segura. Recuerdo que alguno de ellos nos dijo: su situación es peor que en una guerra porque aquí el enemigo puede ser cualquiera, no hay trincheras señalizadas. Era verdad. En México, el narcotráfico y los grupos del crimen organizado lo han penetrados todo: la política, la seguridad y los negocios. Entonces hicimos propia una frase: los periodistas mexicanos nos convertimos en corresponsales de guerra en nuestro propio país.

Pese a todo, los periodistas comenzamos a organizarnos cada vez más y cada vez mejor. Y de pronto un día ya estábamos marchando en las calles, gritando “Los queremos vivos”, que luego se convirtió en un “Nos queremos vivos”. Ahora además de convocar a nuestras propias marchas, hacemos protestas virtuales, colectas para periodistas desplazados o exiliados, documentos para denunciar la situación, campañas para reclamar con vida a compañeros desaparecidos y denunciar la omisión de las autoridades. Junto con otros reporteros y organizaciones civiles, organizamos una misión de investigación periodística para documentar las contradicciones y omisiones de la autoridad en la investigación del asesinato de Gregorio Jiménez, Goyo, a quien mataron en febrero de 2014 en Veracruz.

Goyo fue, para todos nosotros, un caso emblemático: un periodista que aprendió el oficio en la práctica y cumplió con su trabajo en las peores condiciones laborales y en un contexto de alto riesgo donde opera el crimen y prevalece la impunidad. Un periodista abandonado por los medios para los que trabajaba, sin contrato, con múltiples empleos para completar sus ingresos y con una insignificante paga de poco más de un euro por nota. Inspirados por los periodistas de Veracruz que iniciaron las protestas el mismo día de su desaparición, colegas de muchos estados del país –muchos que están creando sus propias redes– nos sumamos de manera virtual para reclamar con vida a Goyo y arropar a la distancia las protestas que emprendieron sus compañeros en Veracruz. Nunca perdimos la esperanza de encontrarlo vivo, hasta el día que hallaron su cuerpo en una fosa, degollado.

Nuestra respuesta fue entonces investigar. Los reporteros locales, amigos de Goyo, rompieron el miedo de hablar y, pese a la amenaza de sus jefes de que serían despedidos, nos ayudaron a documentar su caso. Después un grupo aliado de fotorreporteros se autoasignó la tarea de hacer una subasta de fotografías para apoyar a la viuda y a los hijos.

Así es nuestro trabajo: pequeños y casi invisibles gestos de solidaridad que no alcanzan difusión en los medios y a los que pocas veces vemos resultados. Con el tiempo, cuando llegamos a sentirnos agotadas o pensamos que nada ha cambiado o cuestionamos si nuestra apuesta por lo colectivo ha valido la pena, nos llega algún guiño, una palmada, premios como este que sabemos cargado de cariño y aceptamos agradecidas, o testimonios de colegas que han sentido que nuestros esfuerzos desde la Ciudad de México los han arropado.

Hace apenas unas semanas, por ejemplo, un periodista de Morelos, un estado vecino de la ciudad de México también golpeado por el crimen, se acercó a Daniela Pastrana, otra cofundadora de la red y nuestra directora ejecutiva, y le dijo: Si estoy vivo es gracias a las protestas que organizaron durante el secuestro de Goyo. Entonces le explicó que en 2014 él fue secuestrado por un grupo de criminales que tenían la intención de matarlo, pero sus captores no lo hicieron, lo pensaron dos veces sólo porque estaban muy fuertes las protestas por el secuestro de Gregorio Jiménez. Tomo las palabras de Daniela porque las comparto: Las protestas no le salvaron la vida a Goyo, pero sí han salvado la de otros compañeros.

A pesar de los riesgos y las amenazas, esos periodistas no han renunciado a su labor. Si en algunas regiones los periodistas han tenido que callar, que quede claro que no es por autocensura, sino por la presión y la intimidación del crimen, solapado por las autoridades, por la falta de condiciones para ejercer el periodismo. ¿O acaso en un estado de normalidad democrática el crimen se impone? Creemos que no. Pero en México, en estados como Tamaulipas, así sucedió. Allí, recientemente el director del periódico El Mañana, de Matamoros, fue secuestrado y amenazado por informar sobre un enfrentamiento armado que dejó al menos 15 muertos.

Por otra parte, sin embargo, es amplia ya la lista de libros escritos por periodistas que develan las operaciones del narcotráfico, sus vínculos con el poder, la corrupción. Nosotros, como colectivo, nos hemos enfocado en buscar historias de la gente que resiste. Que en medio de la violencia supo sobrevivir y construir opciones colectivas. Al escribir sobre esas personas, los periodistas no sólo comenzamos a reconstruir el vínculo con los ciudadanos. También aprendemos de ellos.

Hoy hay periodistas organizados en distintos estados del país, compañeros que han emprendido sus propios grupos y sus propias redes, confiando en nuestro acompañamiento. Ahora intercambiamos experiencias, mantenemos redes de información, nutrimos blogs y páginas de manera colectiva. A ese periodismo que practicamos algunos ya no le importa la firma sino el fin. Queremos recuperar las historias que no caben en los medios tradicionales, que se olvidan en las agendas y se van quedando atrás por omisión o conveniencia. O arrollados por una tragedia que siempre es peor que la anterior. Todavía no sabemos a ciencia cierta lo que ocurrió con los 72 migrantes asesinados en San Fernando, Tamaulipas, cuando ya tenemos encima la desaparición de 43 estudiantes de la escuela normal de Ayotzinapa.

Frente a la frustración de las limitaciones que nos imponen los medios tradicionales, los modelos de producción de información a destajo, muchos periodistas han optado por la ruta libre del freelance, otros han emprendido sus propios medios independientes. Y los hay que han hallado en nuevos proyectos espacios de libertad suficientes: casi todos son medios online, o revistas. La prensa tradicional en México se ha quedado atrás, a veces despidiendo un olor a viejo.

Pero no todo está ganado y mucho menos ahora. En 2012 la alternancia de nuevo ocurrió. El PRI volvió al poder. De entonces a la fecha, 10 periodistas han sido asesinados y cada 26 horas ocurre una agresión contra alguno. Las agresiones duplicaron a las del sexenio anterior. Los informes de todas las organizaciones de derechos humanos dan cuenta de la grave situación que en materia de derechos humanos atraviesa el país. Un país sobre el cual además se cierne un futuro económico incierto.

Que quede claro que México no es el país de los folletos turísticos ni los discursos oficiales. Hay pobreza, desigualdad, una vergonzosa concentración de riqueza, corrupción y violencia. Aquí los ejemplos: los 43 estudiantes desaparecidos en Ayotzinapa, los asesinatos cometidos por militares en Tlatlaya, los abusos contra migrantes mexicanos y centroamericanos que atraviesan el país hacia Estados Unidos, los miles de desaparecidos que no hallamos, los muertos sin justicia. Todas son historias del México de hoy, que necesita de sus periodistas para contarlas. Esos periodistas, sin embargo, siguen en riesgo. Todavía son amenazados, secuestrados, torturados, desaparecidos y asesinados, o pierden su trabajo por censura, por presiones del poder político o por mera gana del dueño de un medio que los considera incómodos.

Sucedió recientemente, por ejemplo, que un grupo de periodistas perdió su trabajo porque su empresa consideró un abuso de confianza que participaran en una alianza de medios y organizaciones para establecer una plataforma de denuncia ciudadana anónima que se llama MexicoLeaks, que no es otra cosa, como dice una amiga periodista, que un correo virtual de denuncia para los ciudadanos. Aquella fue la versión original de la empresa. Sin embargo, llama la atención que esos mismo periodistas despedidos integraran el equipo de investigación que reveló la existencia de la famosa Casa Blanca, adquirida por la esposa del presidente en condiciones poco claras, a un contratista que a su vez resultó uno de los ganadores de una licitación para construir un tren rápido en el país.

También está el caso de la jefa de Goyo, una periodista que encabezó las protestas por la desaparción de su compañero, y fue despedida por sus incómodas críticas y por volcarse de lleno a la campaña contra la desaparición y asesinato de Moisés Sánchez, un periodista que con sus ganancias como taxista financiaba su periódico comunitario y denunciaba los malos manejos del alcalde.

Eso sucede en México, donde la libertad de prensa, la información, la libertad de expresión no tienen garantía. Por eso los periodistas, en México y en cualquier país, tenemos que seguir salvando trampas: la demagogia, la censura, la corrupción, los intereses creados, los estrechísimos vínculos del poder y los empresarios de medios. Hay que revertir la impunidad, documentar los abusos de poder y la violencia de las fuerzas del Estado, cada vez más extendidas en distintos puntos del planeta. No es gratuito por ello que mueran cada vez más periodistas en escenarios de guerra. Son incómodos, siempre seremos incómodos. A veces los somos incluso para nuestros propios medios.

Pero en Periodistas de a Pie estamos seguras, seguros, que mientras nuestro país no alcance un grado de democracia y justicia que garantice a los ciudadanos todas las libertades y derechos, habrá periodistas, ténganlo por seguro, que seguiremos protestando y llamando la atención de la comunidad internacional para que no deje de mirar hacia México. Para contrarrestar un discurso oficial que pretende presentar al mundo un país que no es. Para seguir luchando por el derecho a la libre expresión y el de los ciudadanos a estar informados.

Por lo pronto, comparto este premio con todos los héroes de mi país: hombres y mujeres muertos y desaparecidos. Ciudadanos y periodistas, víctimas de la violencia, la impunidad y la omisión gubernamental. Nosotros, los periodistas, ya no olvidamos. Y aquí estamos para recordar, en memoria de Julio Anguita Parrado, a todos los periodistas mexicanos asesinados y desaparecidos.

Comparto este texto a nombre de la Red de Periodistas de a Pie que integran:

Marcela Turati, Margarita Torres, Daniela Pastrana, Daniela Rea, Verónica García de León, Tere Juárez, Mónica González, Celia Guerrero, Alberto Nájar, José Jiménez.

A nombre de todas y todos: muchas gracias.

Más información en el Sindicato de Periodistas de Andalucía: “La democracia, entendida solo como alternancia en el Gobierno, no es garantía para una prensa libre” asegura Elia Baltazar

Periodistas de a Pie :: Invitación a la entrega del Premio Internacional de Periodismo ‘Julio Anguita Parrado’

Publicado: 06.04.2015

El Alcalde de Córdoba, el Rector de la Universidad de Córdoba y la Secretaria general del Sindicato de Periodistas de Andalucía se complacen en invitarle al acto de entrega del Premio Internacional de Periodismo ‘Julio Anguita Parrado’ concedido en su 8ª edición a las informadoras e informadores de México

‘PERIODISTAS DE A PIE’

Por parte de la Red de Periodistas de a pie, Elia Baltazar asistirá a la ceremonia de entrega.

La evento tendrá lugar el martes, 7 de abril de 2015, a las 20h., en el Salón de Mosaicos del Alcázar de los Reyes Cristianos de Córdoba

Periodistas de a Pie :: Invitación a la entrega del Premio Internacional de Periodismo ‘Julio Anguita Parrado’

Publicado: 06.04.2015

El Alcalde de Córdoba, el Rector de la Universidad de Córdoba y la Secretaria general del Sindicato de Periodistas de Andalucía se complacen en invitarle al acto de entrega del Premio Internacional de Periodismo ‘Julio Anguita Parrado’ concedido en su 8ª edición a las informadoras e informadores de México

‘PERIODISTAS DE A PIE’

Por parte de la Red de Periodistas de a pie, Elia Baltazar asistirá a la ceremonia de entrega.

La evento tendrá lugar el martes, 7 de abril de 2015, a las 20h., en el Salón de Mosaicos del Alcázar de los Reyes Cristianos de Córdoba

Otorgan a Periodistas de a Pie premio IPI Free Media Pioneer Award 2015

El 27 de marzo de 2015 Daniela Pastrana recibió el premio IPI Free Media Pioneer Award 2015 del International Press Institute (IPI), otorgado a la Red de Periodistas de a Pie, por su trabajo en la defensa y promoción de los derechos de acceso a la información y la libertad de expresión en México. El International Press Institute (IPI), se dedica a la promoción y protección de la libertad de prensa, así como a la promoción de mejores prácticas periodísticas, fue Fundado en octubre de 1950, y cuenta con miembros en más de 120 países. 

Discurso de Daniela Pastrana al recibir el Premio IPI Free Media Pioneer Award 2015

Mi país, México, es un país en el que cada 26 horas se reporta una agresión a un periodista. Desde el 2000, año de la transición política, han sido asesinados 82 periodistas y 17 más están desaparecidos. Es un país en el que el miedo y el silencio se han instalado en grandes regiones. Que es considerado en todos los reportes como el país más peligroso de América para ejercer el periodismo. El último informe de Artículo 19, presentado esta semana, confirma lo que ya sabemos: la mitad de las agresiones provienen de agentes del estado y prevalece un esquema de censura, directa, o a través de la publicidad oficial, las prebendas, los acuerdos comerciales con medios de comunicación y la excesiva concentración de medios.

Pero es también un país de periodistas valientes que en los últimos años se han rebelado contra ese “destino”, de ser los peones en un juego que no tiene reglas transparentes, y que han salido a dar la batalla por la información, para que la gente en México y en el mundo sepa lo que pasa en el país.

Porque en México no solo los periodistas son asesinados. También los médicos, los maestros, ingenieros, luchadores sociales, campesinos y defensores de derechos humanos.

México es un país experto en la simulación. Su gobierno firma y ratifica todos los tratados internacionales, pero no cumple ninguno. Con el mito de la “estabilidad social”, de que en México no había dictaduras como en el resto de Latinoamérica, un partido se mantuvo en el poder 70 años, y conservó la imagen de ser un país democrático, a pesar de que el mundo sabía que teníamos un sistema político autoritario y represor. La ola democrática que llegó del sur provocó en 2000 una transición que esperanzó a muchos, pero que no cumplió las expectativas más pequeñas. Al contrario, el nuevo partido en el poder nos llevó a todos los mexicanos a una espiral de violencia, que aún ahora no sabemos cuándo tocará fondo.

El temor y la muerte llegaron a nuestras puertas, a nuestras casas. Y sin saber cómo, sin estar preparados, los periodistas nos convertimos en corresponsales de guerra en nuestra propia tierra. Primeros en la línea de fuego, caímos víctimas de una estrategia que usa el terror para ocultar la información, para enterrarla en fosas o diluirla en ácidos. Una estrategia cuyo resultado ha sido un bacanal de muerte y dolor, que ha dejado más de 26 mil personas desaparecidas y más de 100 mil asesinadas. Un país convertido en cementerio clandestino, donde la tortura y las ejecuciones sumarias se han normalizado, igual que el despojo de tierras a los campesinos, la desigualdad, la devastación ecológica y los feminicidios. Y donde la corrupción y la impunidad se extienden como cáncer y se filtran en todas las instituciones.

El regresó al poder del viejo partido hegemónico, en 2012, devolvió a los medios de comunicación el chip de la pleitesía y las prácticas autoritarias. Como la del director de un periódico del sur del país que, a punta de pistola, amenazó a sus reporteras y a su jefa de información porque había perdido “su candidato”, que por cierto, era familiar del director. O el de un medio nacional que despidió al equipo de investigación más sólido del país y a una veintena de periodistas que colaboraba con una conductora crítica, porque dos de los periodistas de la unidad de investigación participaron en una alianza de medios para promover la denuncia ciudadana de hechos de corrupción y violaciones a derechos humanos.

Pero para el mundo, México es una democracia.

Una democracia en la que de pronto, sin explicación, sin motivo, los mexicanos regresamos a las cavernas y empezamos a matarnos, a cortarnos cabezas y a colgarnos en los puentes.

No es así. En el complejo escenario mexicano hay también responsabilidades de la comunidad internacional y de muchos gobiernos y muchos periodistas que sólo voltean los ojos a México cuando las tragedias les explotan en la cara: con el levantamiento zapatista en 1994, con las mujeres asesinadas en Ciudad Juárez, con los 43 estudiantes desaparecidos en Ayotzinapa, Guerrero.

El resto del tiempo, México “no es noticia”. En el mejor de los casos, porque en otros se le festeja, como cuando una revista nombró al Presidente Enrique Peña Nieto “el salvador de México”.

Y los otros gobiernos también cierran los ojos, porque prefieren mantener acuerdos comerciales con un país que les da ventajas. Un país rico en recursos naturales, que les cede la tierra y la mano de obra. Porque hay que decirlo: detrás de esta brutal violencia que vivimos en México se negocia el control del agua, de la electricidad, del petróleo, del carbón, del hierro, del oro, del maíz, de la madera, y de muchos otros recursos que son vitales para nuestros pueblos y nuestras comunidades. Y los periodistas y defensores de derechos humanos pagan con su cuerpo la necedad de informar ese despojo a un mundo que quiere mantener cerrados los ojos.

Muchos dirán que en México hay avances en libertad de expresión y que prueba de eso es que hoy estoy aquí, recibiendo este premio, y no estoy encarcelada por venir a decir esto.

Pero para que yo venga aquí a recibir este premio han tenido que morir 82 compañeros periodistas.

No uno. No dos. No cinco. 82.

Y es muy probable que mientras ustedes estén aquí, escuchándome, un colega esté recibiendo amenazas como esta nota que recibió una periodista hace unos días y que me mostró antes de subir al avión: “resa la cuenta de tus madrugadas porque una no la vas a contar… no siempre te van a cuidar el trasero”.

Para desarticular esta máquina de miedo no es suficiente el valor, ni el coraje. Para desenmascarar la red invisible de la corrupción que une a los poderes político, económico y mediático necesitamos periodistas profesionales, trabajo en equipo, y la presión internacional.

Por eso es tan importante este premio.

Periodistas de a Pie, permítanme contarles, es un colectivo de periodistas que en principio buscaba sólo la profesionalización. Pero la realidad nos alcanzó. Sin proponérnoslo, nos convertimos en una central de alarma. En psicólogas. En amigas. En un espacio contra la desesperanza. El trabajo del equipo ha ido más allá de la denuncia, para transformar, con acciones, el respeto y la confianza por el trabajo periodístico. Para dignificar el oficio y reconstruir un puente con la sociedad en un país en el que el casi todo el periodismo había decidido ceder ante el poder, acostumbrarse a reproducir los dichos de los políticos.

No ha sido fácil. Tenemos que usar nuestros tiempos libres, sacrificar a la familia. Enfrentar nuestros miedos y nuestras limitaciones.

Hace unos días, en un taller en Morelos, un estado que limita con la ciudad de México, un colega que fue secuestrado por un grupo armado en febrero de 2014, nos contaba que sus captores no lo mataron sólo porque estaban muy fuertes las protestas por el secuestro de Gregorio Jiménez, un periodista de Veracruz que sí fue asesinado. La confesión nos conmovió profundamente. Porque entendimos que las protestas no le salvaron la vida a Goyo, pero si la de otros compañeros. Y esos esfuerzos, invisibles a veces, le dan sentido a cualquier desvelo.

Eso es la Red de Periodistas de a Pie, a la que me siento orgullosa, muy orgullosa de pertenecer.

Pero nosotros no somos héroes ni heroínas. Hacemos lo que nos toca hacer en un país que se desangra cada día. Sabemos que el periodismo es clave para vencer el miedo que paraliza a una sociedad y para mantener viva la esperanza. Y no tenemos derecho a claudicar. No, al menos, mientras haya periodistas en las regiones dando estas batallas.

Por eso, este premio no es sólo para los que formamos la Red de Periodistas de a Pie. Este premio es para todos los periodistas que están dando una gran batalla en México por desarmar la máquina de la muerte, por romper la censura, por denunciar la corrupción y las violaciones a derechos humanos. Por decirle al mundo lo que el mundo no quiere ver.

Este premio es para Regina Martínez, para Gregorio Jiménez de la Cruz, y para Moisés Sánchez, porque sus muertes provocaron una rebelión de los periodistas contra el miedo. Es para Armando Rodríguez y para todos los periodistas asesinados y desaparecidos, cuyas miradas y voces nos hacen falta.

Pero sobre todo, es para los periodistas que hoy están en la calle, dando la cara por un periodismo que sea útil a la sociedad. Porque su ímpetu y su tenacidad nos han dado lecciones de compromiso. Un compromiso que se suma a su vulnerabilidad y a veces, a la soledad. Para ellos, la red ha sido una casa. Para nosotros, ellos han sido una luz.

Este premio es para las valientes compañeras de la Red de Periodistas de Juárez y de la Red Libre Periodismo, en Chihuahua, que empezaron a replicar el trabajo colectivo; es para los compañeros del semanario Zeta, de Riodoce, del Noroeste, y otros medios del norte del país que fueron pioneros en la cobertura de la violencia.

Es para Nacho Carvajal, Rodrigo Soberanes, Félix Márquez, Norma Trujillo, Sayda Chiñas y todos los colegas de Veracruz, el estado campeón en agresiones graves a la prensa, el del gobernador que se autopremia mientras su equipo amenaza.

Es para Ángeles Mariscal, Isaín Mandujano, Sandra de los Santos y los que en Chiapas enfrentan a un nuevo virrey. Es para Pedro Canché, periodista maya encarcelado desde hace seis meses por el delito de protestar por un cobro excesivo de agua. Es para Ernesto Aroche, un Quijote de la lucha por la transparencia, y los colegas de Lado B, en Puebla y de Página 3, en Oaxaca,.

Es para los aguerridos periodistas de Guerrero: Vania Pigeonutt, Margena de la O, Arturo de Dios, todos los de Trinchera, de la Jornada, de El Sur; para Chava Cisneros y Sergio Ferrer, eternos enamorados de la montaña, y Jesús Benítez, el reportero más entrón de Tierra Caliente.

Es un premio, para Jade Ramírez Cuevas, guardiana de todos nosotros, y del colectivo de Jalisco. Para los colegas de Morelos, Nuevo León, Coahuila, Tamaulipas, Tabasco, Quintana Roo, Guanajuato, Zacatecas, Durango, y para los fotógrafos que no quitan la mirada de la tragedia de la migración centroamericana.

Es para Daniel Lizárraga, Irving Huerta, Rafael Cabrera y Sebastián Barragán … despedidos en venganza –no hay otra forma de verlo– por la investigación de la millonaria casa de la esposa del presidente. Y para Alejandra Xanic, Arturo Cano, y todos los que dan la batalla por el buen periodismo: Lydiette Carrión, Luis Guillermo Hernández, John Gibbler, Majo Siscar, Témoris Greko, Eileen Truax.

Sin ellos y muchos otros que no menciono porque no acabaría en varias horas, Periodistas de a Pie no estaría aquí, siendo premiada, Sin ellos, que nos dan los ánimos, que nos muestran los recovecos de la esperanza, la red no tendría esta fuerza moral.

Este premio es también para todos los maestros y aliados que nos han compartido generosamente lo que saben.

Y es, por su puesto, un merecido premio para este grupo de locos que hace casi 8 años decidió sumar esfuerzos y dar un tiempo extra para hacer lo que nos toca hacer en un país roto: pelear por el periodismo en el que creemos y buscar la manera de ayudar a salvar vidas. Ese grupo, convocado por una gran periodista, que es Marcela Turati, está formado por luchadoras: Daniela Rea, Margarita Torres, Elia Baltazar, María Teresa Juárez, Verónica Díaz de León, Mónica González, Thelma Gómez, y nuestras cuotas de género: Alberto Nájar y Pepe Jiménez.

Un grupo que tiene además un equipo y una base de periodistas jóvenes que nos empuja, nos obliga a ser mejores y no rendirnos: Celia Guerrero, Eduardo Sierra, Gonzalo Ortuño, Arturo Contreras, Agustín Gordillo, Lucía Vergara, Ana Cristina Ramos, Ximena Natera, Ignacio De Alba, Alejandra Ibarra, Thalía Guido, Luisa Cantú, Fernando Santíllán, Edith Victorino, Juan Carlos López y Norma González.

Cada aporte, cada granito de cada uno de ellos, ha permitido que le estemos dando de nuevo sentido al periodismo en México.

Quiero terminar retomando las palabras de nuestra querida maestra, Mónica González, cuando recibió el premio Guillermo Cano – UNESCO: “Si dejamos que se extinga el periodismo de investigación, si solo somos basureros de la sociedad, entonces el ciudadano no tendrá mapas que lo ayuden a vivir y a defenderse de los abusos Seguirá ignorando que sí tiene derecho al placer y a la felicidad”.

En nombre de todos los periodistas dignos de mi país, de todos los que cada día salen a la calle a hacer esos mapas y se niegan a ser el basurero de la sociedad, y que están dando la batalla por la información crítica y comprometida con la sociedad, agradezco este premio y les pido: No nos dejen solos.

Muchas gracias.

Daniela Pastrana.

Pioner Media Award / IPI 2015. Myanmar. Marzo de 2015

También puedes consultar la versión en ingles en el siguiente enlace: https://periodistasdeapie.org.mx/2015/03/26/periodistas-de-a-pie-speech-by-daniela-pastrana-during-delivery-of-ipi-free-media-pioneer-award-2015/

Fuente: https://ipi.media/discurso-por-daniela-pastrana-periodistas-de-a-pie/

Periodistas de a Pie ::

Publicado: 27.03.2015

Les presentamos el proyecto ‪#‎PeriodistasconAyotzinapa‬, es un modesto homenaje a los 43 estudiantes de desaparecidos por policías y criminales aliados y a la vista de militares pasivos, a las seis personas asesinadas en ese episodio, a los jóvenes heridos (uno sigue en coma), a sus familias que no han dejado de buscarlos, de exigir la verdad y pedir justicia, y a las y los más de 30 mil personas desaparecidas en México que nos hacen falta.

Este ejercicio, que se acompaña de un libro electrónico, se mantendrá en construcción y abierto a los y las fotógrafos y periodistas que deseen sumar sus miradas y trazos de realidad -sus pequeñas, íntimas verdades-, porque la historia de Ayotzinapa aún carece de “verdad histórica”, continúa escribiéndose, apenas comienza a ser relatada.

Esta apuesta por la memoria empieza y termina con un mismo grito: Fue el Estado.

Consulta aquí el Blog/libro: Periodistas con Ayotzinapa‬