María Teresa Juárez
La mañana del 8 de marzo de 2017, decenas de niñas y jóvenes protestaban por las condiciones de hacinamiento y violencia física, emocional y sexual dentro de la casa “Hogar Seguro Virgen de la Asunción” en Guatemala.
El día anterior cerca de 60 menores huyeron del lugar como respuesta a los múltiples abusos en este centro. Horas después serían detenidos violentamente por la Policía Nacional Civil.
De acuerdo a los primeros indicios, aunque las autoridades se percataron del incendio, decidieron no abrir, por lo que las jóvenes permanecieron encerradas hasta asfixiarse o morir calcinadas. Hasta el 13 de marzo se documentaban 40 menores muertas.
Desde 2013 organizaciones de derechos humanos denunciaron los abusos dentro del albergue. En enero de 2017 la Organización de Estados Americanos, OEA, solicitó al gobierno del presidente Jimmy Morales, un informe detallado acerca de las condiciones en las que se encuentran los centros que acogen a niñas, niños y jóvenes en situación de violencia.
Sin embargo, es hasta este evento que medios nacionales e internacionales documentan el caso cotidianamente. Algunos, han cubierto la exigencia de justicia de organizaciones y familiares; otros más, se han centrado en la difusión de videos y fotografías de las jóvenes, lo que ha propiciado la discusión acerca de la pertinencia ética de las imágenes.
Organizaciones de derechos humanos en Guatemala, exigieron a los medios de comunicación respeto a las niñas fallecidas y sus familias, lo que ha abierto la discusión pública sobre el tema de los derechos de la infancia y la pertinencia de una cobertura responsable ante hechos violentos.
¿Cuáles son los aspectos éticos para una reportería sobre infancias?
Periodistas y expertos en la región, han señalado la necesidad de un seguimiento noticioso, donde la voz de niños y niñas sea reconocida como válida. No sólo se trata de hablar de ellos, sino con ellos.
Otro aspecto relevante es la no victimización y criminalización de los menores. Al usar adjetivos como la “joven ultrajada” o “el niño sicario”, se reproduce un discurso en el que no hay margen para la reflexión acerca del contexto en el que crecen estos menores.
Durante décadas, se ha señalado la importancia de poner el foco en uno de los sectores históricamente marginados: las niñas en situación de violencia y vulnerabilidad.
Es por eso que resulta imprescindible conocer las condiciones particulares que viven niñas y jóvenes en contextos de encierro, violencia y exclusión. Ello fomenta un periodismo con perspectiva de género.
Realizar una cobertura desde el enfoque de los derechos humanos y particularmente, desde los derechos de la infancia, implica también, proponer trabajos periodísticos donde se aborde información relevante acerca de los sobrevivientes, así como el acceso a la justicia y la responsabilidad del Estado ante la violencia de las autoridades dentro del albergue.
Se trata también, de aportar herramientas para el fortalecimiento de los derechos de la infancia. Desde el discurso visual, se recomienda el uso de video y fotografía preservando el anonimato y el respeto a la identidad de los infantes.
Hasta ahora, el gobierno guatemalteco sólo ha destituido a tres funcionarios: el extitular de la Secretaría de Bienestar Social de Presidencia, Carlos Antonio Rodas Mejía; la exsubsecretaria Anahí Keller y el exdirector del albergue, Santos Torres.
Compete a los medios nacionales como a los internacionales, dar seguimiento al tema jurídico y la impunidad de estos personajes señalados como responsables, pero también, contar la vuelta de los menores a sus lugares de origen, poblados que abandonaron -la mayoría de las veces-, por situaciones de violencia extrema.
Otros temas pendientes en la agenda son: el sistema de protección a menores en Guatemala, los protocolos de seguridad dentro de los albergues y la sobredemanda de estos espacios.
En Uruguay, Argentina y Colombia, -por mencionar algunas referencias en la región- hay experiencias documentadas de cobertura responsable sobre temas de infancia y juventud.
Un primer paso para mejorar la publicación de este tipo de casos, es acudir una organización experta en el tema, para obtener asesoría en el manejo de contenidos. En México, la Red por los Derechos de la Infancia: REDIM, y Ririki Intervención Social, han reiterado la importancia de no revictimizar, criminalizar y estigmatizar a niños, niñas y jóvenes.
A casi 3 años del cierre definitivo del albergue Mamá Rosa en Michoacán, México, donde se revelaron condiciones de violencia, hacinamiento y vulneración de derechos humanos, se nos vuelve a presentar la necesidad de repensar las narrativas sobre la infancia dentro del periodismo.
Es necesario plantear coberturas que respeten la integridad de niños y niñas e indagar causas, consecuencias y perspectivas que encuentren otras miradas y otras voces ante las violencias.
Reflexionar las implicaciones de cómo se cubre el tema de infancia, nos remite a la práctica misma del periodismo, a la revisión de nuestras narrativas, de cómo estamos comunicando hechos noticiosos como los de Guatemala, Siria o México.
Es importante, repensar y fortalecer las herramientas colectivas que nos permitan mostrar historias contadas desde los propios niños y jóvenes, además de fortalecer su imagen como seres que son capaces de tomar decisiones y de ocupar un lugar como sujetos dentro de la sociedad.