Periodistas de a Pie :: Relatoría del Taller de Luis Guillermo Hernández Periodismo Literario

El contexto de los medios de comunicación en el siglo veintiuno, demanda la redefinición del lenguaje y el uso de los géneros periodísticos. Hay una crisis del paradigma sobre cómo informar.

Publicado: 18.07.2016

29 de junio al 2 de julio, 2016

El contexto de los medios de comunicación en el siglo veintiuno, demanda la redefinición del lenguaje y el uso de los géneros periodísticos. Hay una crisis del paradigma sobre cómo informar.

Objetivo del taller: conocer nuevas herramientas y recursos desde el periodismo y la literatura en la elaboración de textos periodísticos.

Qué cambia con el periodismo literario:

La teoría del periodismo reconoce los aportes de otras disciplinas como la lingüística, la sociología, la filosofía o la literatura. El papel del periodismo y los periodistas es hacer un trabajo lo más completo posible desde la interpretación de la realidad o los hechos que documenta y difunde a través de distintas plataformas y medios.

Respecto al tema de los cruces y encuentros entre el periodismo y la literatura: un texto informativo se transforma cuando tomamos prestadas estructuras de las narrativas de ficción. La meta es hacer un texto que la gente disfrute sin dejar de lado el rigor que el periodismo requiere.

No significa que el periodista vaya a hacer literatura, sólo toma algunas herramientas. En vez de acomodar el relato a la estructura (como los literatos); el periodista acomoda la estructura al relato. Buscamos una forma literaria que retrata mejor la realidad que queremos transmitir. Es decir, si la realidad no me da para cumplir con una herramienta narrativa, hay que cambiar la herramienta, la estructura; no la realidad.

Albert Chillón, autor del libro: Literatura y Periodismo: una tradición de relaciones promiscuas, destaca que el periodismo literario es un género multidisciplinario que recibe aportes de los géneros testimoniales como el diario, el relato de viajes, el ensayo y la literatura epistolar, así como de los géneros documentales como la narración oral y el relato biografico.

En el ejercicio literario, un autor desarrolla un estilo propio. En cambio, el periodista no plasma su propio estilo, este depende de la profundidad de su investigación, de lo que los datos cuentan. El ejercicio periodístico requiere pues “un conjunto de habilidades expresivas y técnicas” en palabras de Chillón.

El periodismo literario hace que el periodismo perdure, que deje de ser efímero. Recupera la capacidad de conectar con .

Qué cambios de paradigma hacen plausible
el periodismo literario:

Los periodistas están en un momento de encrucijada. se vive un proceso de redefinición en varios aspectos claves de esta actividad:

  • Lenguaje
  • Géneros
  • Veracidad
  • Hechos-opinión

Además, existe un proceso de redefinición del paradigma de la objetividad, que se deja de lado y se adopta la subjetividad como una realidad inexorable del periodista.

Gaye Tuchman menciona cuatro engaños de la objetividad, cuatro principios con los que se engaña al público, en nombre de la objetividad:

  1. Presentación de posibilidades de conflicto: Convertir los dichos en hechos. Es trabajo de los periodistas verificar que los dichos remitan o no a hechos reales.
  2. Presentación de la evidencia sustentadora: Obtener evidencia que compruebe los sucesos definidos, aunque no sean totalmente verídicos. Fotografías que sólo muestran una parte de la verdad.
  3. El uso “juicioso” de las comillas. porque “dan una evidencia sustentadora”.
  4. Estructurar la información en una frase apropiada.

En realidad, el periodista está presente en los hechos, opina y tiene un gran bagaje cultural con el que carga al hacer su trabajo. Por eso no se puede ser objetivo.

Entonces, si el periodista no es un espejo objetivo de la realidad, ¿qué es? Es un intérprete de la realidad, de los acontecimientos que involucran a los individuos en una sociedad.

Como explica Gideon Lichfield, pareciera que los periodistas siguen un catecismo bajo el cual redactan todas sus notas: “El periodismo mexicano es un excelente registro de lo que dicen los poderosos, pero no sirve para entenderlos, que es el objetivo del periodismo”.

El catecismo consiste en la repetición cuasi maquinaria del: “abundó, aceptó, agregó, añadió, confirmó, declaró, dijo, explicó, señaló…”

En realidad, los poderosos sólo dicen cosas. Lo demás, lo que apuntan, señalan, abundan o confirman… es imaginación del periodista.

Consejos para hacer periodismo literario
Reportear en tres dimensiones

Reportear para hacer periodismo literario significa hacerlo con los cinco sentidos: olfato, gusto, vista, oído y tacto. Son la primera impresión. Además, se debe buscar otras tres dimensiones:

  1. Reportear a las personas: quiénes son, cómo son, sus gestos, su ropa, cómo hablan, etc… Se trata de situar al personaje en el tono de la noticia.
  2. El ambiente inmediato, habitación, lugar, mobiliario.
  3. El ambiente macro, la situación, el contexto social y demás.

El personaje

En el periodismo literario, confluyen las herramientas del periodismo: información, datos, veracidad, métodos de recopilación, etc. con los recursos expresivos, la capacidad evocativa, el método del relato y el uso de géneros como el ensayo, la biografía, la novela o el cuento.

En el periodismo literario, se elige un personaje para contar la historia, deja de ser una fuente y se le intenta reproducir como una persona en toda su complejidad. Se busca desentrañar sus emociones. Para lograrlo, hay que hacer un trabajo doblemente arduo, porque hay que preparar preguntas en dos ejes: el emotivo y el informativo.

Para ello es importante añadir a las preguntas clásicas (el qué, cómo, cuando y dónde) otras más personales: ¿Qué se siente? ¿A qué huele? ¿Cómo se escucha? ¿Qué pensaste?…

El personaje tiene dos dimensiones:

  1. Interna
    • Nombre
    • Sexo
    • Raza
    • Manera de vestir
    • Higiene
    • Moral
    • Forma de pensar
  2. Externas
    • Estado civil
    • Intereses
    • Clase social
    • Antecedentes familiares

Diálogos, de la cita a la reproducción del habla

La idea es provocar la ilusión de que el lector es testigo de una plática, para ello hay que presentar la conversación sin resúmenes; queremos conservar la particularidad del lenguaje hablado.

Es importante fijarse en cómo hablan las personas. Si tienen una muletilla, o si corta algunas palabras cuando habla, como decir “cafsito” en lugar de cafecito. O si hace demasiadas pausas.

Ejemplo: Ricardo Garibay, “Las glorias del Púas”.

La voz del narrador

En el estilo tradicional se usa un tono impersonal, o en algunos casos, la tercera persona.

En el estilo literario se puede entender desde el yo o desde el tú, desde la segunda o la primera persona.

Se puede usar la primera persona como si se fuera la fuente, dependiendo de la información o el testimonio con el que contamos. Se usa, principalmente, para presentar pensamientos, emociones, sensaciones de alguien que atestiguó o vivió los hechos.

La segunda persona funciona como un narrador opinativo. De alguna manera, el narrador es como un dios que todo ve, explica y editorializa.

También puede funcionar como si se recibiera una carta, como si nos hablaran a nosotros mismo, como si el texto estuviera destinado a mi. Sumerge al narrador en la narración, lo vuelve protagonista de ella.

El narrador omnisciente es como la tercera persona, o como si fuera la voz de un testigo que cuenta algo.

Es útil, cuando hay tiempo, redactar un mismo texto o fragmentos de él en las tres personas para ver cómo funcionan en qué circunstancias y aprender a saber en qué casos usarlas.

El tiempo

Extiende los límites del orden cronológico de la noticia; los saltos de tiempo permiten crear tensión, retrasar o anticipar cosas (entre otras cisas) para enganchar al lector.

Tiene tres planos:

  • Tiempo referencial o histórico. La época cuando suceden los hechos.
  • Tiempo de la noticia: Conjunto de hechos cronológicos del acontecimiento informativo.
  • Tiempo del relato: Forma de organizar cómo contamos las cosas, puede o no coincidir el acontecimiento informativo.

Para jugar con el tiempo del relato, se usan anacronías. Pueden ser analepsis (brinco hacia atrás en el tiempo) o prolepsis (hacia adelante). Es importante probar con algo más que la mera narración cronológica.

La escena

Es un fragmento de realidad que explica la noticia. De entre todos los acontecimientos reportados, se escogen algunos que sean importantes y representativos. Si la escena no explica la universalidad de la noticia, entonces no sirve. La escena contiene un tiempo, una acción, una espacio y un ritmo propio. No sólo es una composición estética, también se trata de un relato funcional.

La narración de la escena con los personajes, diálogos, acciones, detalles y tiempo, da a entender algo en sí misma. Contiene el qué, el quién y el cuándo.

Como dice Alberto Salcedo Ramos: “es una composición no sólo estética, sino también funcional” de varios elementos.

La importancia de la entrada o cómo empezar el relato

Su belleza viene de la capacidad de sintetizar los elementos de la historia de una forma contundente; tiene que abrir el universo del que vamos a hablar.

  1. Leila Guerreiro:
    • Hay que estar dispuesto a matar lo que más nos gusta, no hay que enamorarse de una entrada, es lo que más se debe revisar.
    • No podemos tener explicaciones reduccionistas, hay causas y procesos complejos que estamos intentando explicar.
    • Evitar caprichos narrativos injustificados.
    • Planear el peso específico y el final. Uno no se sienta a escribir hasta que tiene claro el motivo de todo el reportaje, la “frase de inicio” el ‘de qué va’.
    • Hacer un trabajo minucioso de montaje: determinar qué elementos se colocan dónde y cuándo.

En suma el periodismo del siglo XXI, exige el uso de nuevas herramientas: estadística, investigación, informática; nuevas plataformas: experiencia multimedia, animación, cómic, etc; y nuevas narrativas: periodismo de inmersión, post ficción y relatos audiovisuales.

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